Recuerdo, que a principios de los setenta, disfrutábamos de las hazañas deportivas de un corredor de cross llamado Mariano Haro. Nuestro país no es que destacara en aquel deporte, de hecho, no destacaba en ninguno como colectivo.
Mariano Haro era un fuera de serie que se empeñó en hacer el deporte que le gustaba y además se le daba muy bien. Una isla dentro del océano de la que no se conocía el origen y el porqué. Esto se replicaba en la mayoría de los deportes, salpicados de hazañas individuales surgidas dentro de una desestructuración general.
Un poco esa sensación es la que tenemos en nuestra región cuando una vaca sagrada de nuestro tejido empresarial pasa por dificultades, y alguna de ellas, como sucede en estos últimos tiempos, desaparece.
Lo del empresario “hecho a si mismo”, lo de la figura del deporte aislado y que por méritos propio alcanza méritos sorprendente, está muy bien; pero encierra una triste realidad: La falta de planificación que estructure, planifique y facilite la lógica renovación de los ciclos vitales de las empresas.
El posible cierre de una gran empresa extremeña como Balboa, una más, conlleva la pérdida de un número muy importante de puestos de trabajo en nuestra región, pero es la falta de planificación y la ausencia de un plan estratégico la que ratifica el drama de unas familias que al terrible hecho de perder su fuente de ingresos, unen la sensación de saber que lo hacen en el peor momento. Sin ninguna perspectiva donde poder encontrar un nuevo horizonte.
Son ya demasiados años viendo crecer el número de personas que pierden su empleo, empresas que cierran sus puertas, comercios, autónomos. Basta dar un paseo por el centro de nuestras ciudades para ver la cantidad de locales cerrados donde antes existieran negocios que se creían eternos, siempre en continuo crecimiento, como la misma banca o la administración. Ahora están cerrados y el sentimiento generalizado es que tendrán que pasar muchos años para volver a ser ocupados.
¿Cómo se ha llegado a esto? Tal vez porque nadie (de los que se cree deben “pintar” algo en nuestra tierra) se formuló preguntas en la época de la falsa abundancia como ¿cuáles son los orígenes de toda esta bonanza económica? ¿Qué base tienen? ¿Qué horizonte tienen?
Si no llegamos a saber bien por qué se ganaba lo que se ganaba, ¿cómo vamos a comprender ahora porque estamos como estamos?
Nunca se invirtió en estructura, nunca se construyeron los cimientos para que realmente existiera una cultura empresarial que diera base y recambio a una generación de empresas construidas por el empuje de unos cuantos, y con unos cimientos financieros con sobredosis de aluminosis.
Nunca se invirtió en una programación que definiera el modelo de negocio de la sociedad extremeña y ni en cómo debe de ser en un horizonte temporal de cinco, diez, quince años; y que determine hacia donde debemos dirigir y focalizar nuestros escasos recursos.
En nuestros colegios seguimos enseñando lo mismo, de la misma manera, tan solo, en algunos casos, hemos cambiado el papel por el click; como en su día cambiamos la pizarra por el cuaderno.
¿Sabemos realmente dónde vamos? ¿Tendremos que preguntarnos primero que somos? O sencillamente, estamos esperando cualquier viento.