La verdad es que el día elegido para la publicación de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, el 12 de marzo no fue el mejor: elección papal, partido del siglo de cada martes, y algún que seudofamoso desfilando por los juzgados.
Todo esto relegó a un muy segundo plano la puesta en escena con “todos los mariachis invitados ” para la presentación del citado plan. De hecho, me ha costado encontrar referencias en la prensa sobre un programa cuyo objetivo es solucionar uno de los gravísimos problemas de este país, el desempleo juvenil. Y digo uno de ellos, pues el principal sería el desempleo, sin apellido alguno.
Son 100, señores, 100, ni una ni dos, ni siquiera seis, como los toros que suelen ser seis. El plan incluye 100 ideas destinadas a reducir la enorme cifra de desempleo juvenil.
La verdad es que resulta difícil relacionar y dar contenido a 100 ideas. Se ha tratado de evitar que muchas de ellas sean en realidad una sola troceada, y que otras no sobrepasen el umbral de las buenas intenciones.
Pero la cuestión no es ser más o menos avispado en encontrar ideas que palien este problema.
La cuestión está en errar el origen del problema.
Porque las lista del paro juvenil no la ha llenado la caída en picado de la construcción y de toda la industria auxiliar de la misma. El problema no está en que España sea un país sin modelo de negocio. En que la demanda sea insuficiente.
La lista del paro juvenil la ha llenado un sistema educativo horroroso, que no incentiva el esfuerzo, y que no planifica los conocimientos ni las habilidades que los individuos deben poseer en su incorporación al sistema productivo.
Es un sistema educativo que le dice a nuestro jóvenes: ” tranquilo tío, pasa de curso sin aprobar, no sea que te traumatices. Total, siempre tendremos oposiciones para ti, o puestos de libre designación, o una subsidiación que no te corte el buen rollito…”.
Pero todo esto se ha caído a plomo. Todo lo intocable ahora es lo más problemático, como la banca.
Todo lo seguro se ha convertido en lo más inestable, como el empleo público y financiero.
Todo lo ejemplarizante ahora resulta ser corrupto ( no es que sea más que antes, lo que ocurre ahora es que como el reparo no llega, la gente que no cobra, normalmente habla).
Este plan tendrá sus efectos cortoplacistas, salvo eso que dice que fomentará la financiación, que no llegará hasta el emprendedor ya no sea juvenil, y gracias.
No me siento esperanzado en todo lo que se refiere al emprendimiento. Empezando porque el deporte nacional de quemar palabras, ha llevado a utilizar el término emprendimiento para casi todo.
En segundo lugar, porque a raíz del sistema educativo, los emprendedores llegan a su desembarco en el mundo empresarial, o al intento, sin saber que, desde una idea a un plan de negocio, hay un auténtico abismo. Abismo que la propia Administración no está preparada para ayudar a salvarlo. Mucho menos esos compañeros de fotos autodemominados agentes sociales que bastante tienen con salvar su …, ya saben qué parte de su anatomía.
La primera reforma estructural a abordar debería haber sido la educativa. Pero claro, ésta no devuelve deuda a países donantes, ni rescata entidades para que nos compren la susodicha deuda soberana, y así se siga dilatando el apalancamiento público mientras se estrangula el privado de familias y empresas.
Y por supuesto, su resultado se ve a un plazo superior a cuatros años que, curiosamente, es la periodicidad con la que somos llamados a las urnas.