Enviado desde 06800 Mérida.
Desde que tenía 16 años voy a festivales de música.
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Viví el resurgimiento de la denominada “movida subterránea” en mi Lima natal. Por aquel entonces, finales de los 90, había mucho por lo que protestar: delincuencia, corrupción en el gobierno, terrorismo, pobreza, etc. Todos esos factores reanimaron una movida que en realidad nunca había muerto y que estaba a punto de vivir una segunda juventud.
Gente con crestas, tatuajes, pendientes, chupas negras, fanzines y ¡la posibilidad de protestar! era sorprendente ya que yo venía de un colegio religioso donde era incuestionable la autoridad del profesor, donde formábamos como militares por las mañanas para cantar el himno nacional y rezar el Padre Nuestro, era un colegio sólo de hombres donde llorar estaba prohibido e imperaba la ley del mas fuerte. Era lo que había y lo recuerdo con cariño.
En fin, la cosa es que no he parado de ir conciertos y festivales, los cuales fotografío. Representan la libertad de ser y de estar, como individuo y en conexión con el entorno.
Ya no me centro tanto en las bandas, sino en su efecto, en la gente y en sus estados de ánimos. Hay elementos que siempre están presentes: libertad, euforia, liberación, desenfreno y un poco de locura – lo que Nietzsche denominó “estado dionisiaco”.
Confieso que tengo cierto pudor al publicar estas imágenes en mi blog. Tengo la sensación que mas de uno no me entenderá y dirá: que fotos mas horribles. Es verdad, algunas lo son, pero hay mucha historia y simbolismo detrás. Hay mucho de mis deseos y anhelos de libertad.
Creo que este proyecto va por buen camino: unas de estas fotografías fue expuesta en la galería de Leica en Londres y la semana pasada me invitaron a exponer en el London Image Festival.
Espero seguir con este proyecto hasta el final y poder cumplir mi sueño de sacar un libro.
Pasen y vean.