PINCHA AQUÍ PARA VER GALERÍA COMPLETA. Autor: Jorge Armestar (Todos los Derechos Reservados)
Una vez estuve en Tijuana. Estuve allí con la compañía de teatro E de Streno de Jesús Manchón, quien me contrató para que les hiciera un reportaje en la gira que hacían por ambos países. Antes de la función nos llevaron a ver la playa. Al llegar, vimos un muro enorme que dividía México de Estados Unidos, y que ahora Trump quiere ampliar.
Al verlo, me quedé sin palabras, sobrecogido, con la emoción similar a la que se vive en el velatorio de un ser querido… Al no saber qué hacer, empecé a tomar fotos. No pude atinar a hacer otra cosa.
De las paredes del muro pendían, como lágrimas blancas, miles de pequeñas cruces de madera. Junto a ellas, un graffiti que explicaba todo. Una señora nos explicó que las familias las colocaban en memoria de sus familiares muertos o desaparecidos al intentar cruzar la frontera. Algunas cruces estaban ordenadas, casi pulcras; otras, vencidas por el tiempo, amontonadas en el suelo, simplemente rendidas. Unas pocas, cabeza abajo, posiblemente renegando de un Dios demasiado ajeno a todo.
Mueren entre 300 y 500 personas al año. Este es el muro de los intentos. Simplemente impactante.
Una vez estuve en Tijuana. No sabía lo que duelen las fronteras. Sólo acerté a hacer un puñado de fotos. También estuve del otro lado. No había cruces.