Explotar: Mostrar viva y enérgicamente un sentimiento o un estado del ánimo. La vida de Alejandro Magno contiene explosiones continuas, pero en el montaje, de una hora y cuarenta minutos, le falta ese momento en el que entres para no salir más de él.
Es una obra bien dirigida. Luis Luque ha realizado un trabajo magnífico de dirección y junto a Eduardo Galán han escrito un texto que tiene frases para la historia. Con diálogos muy interesantes entre sus protagonistas. La disposición de los actores, el movimiento en escena. El uso casi perfecto de la boca del Teatro Romano…Ingredientes que junto al vestuario de Paco Delgado, atrapan y envuelven un buen montaje. Quizás por momentos algo lineal, pero que deja buen sabor de boca.
¿Qué le falta? Pues quizás un momento de carga dramática que rompa con la narración de la historia. Una historia bien contada, pero que acorta la intensa vida de su protagonista. El texto se centra en la llegada de Alejandro Magno a la India y su disputa con los reyes indios. Se expresa de forma perfecta la forma de conquista que ejercía el macedonio respetando las tradiciones de los lugares colonizados y, como le marcaba su madre, sin ejercer la venganza. Aunque la obra te plantea múltiples contradicciones sin resolver y que ayudan al espectador a reflexionar sobre la figura de Alejandro Magno. ¿Someter a los pueblos a su ejército y mandato es una manera digna del mantenimiento de las culturas conquistadas? ¿Es un héroe quien quiere ser el “rey del mundo” a pesar de ejercer su sometimiento al resto de pueblos? La delgada línea entre la moralidad y el deber. Muy bien escrito por Luis Luque y Eduardo Galán.
Echamos de menos tensión. La muerte de Taxilos a manos del rey Poros se queda en una mera narración de los hechos. Los monólogos de Alejandro Magno contienen mucha reflexión pero falta intensidad en sus disputas linguísticas con el resto de protagonistas. Todo se desarrolla de manera coherente, y falta quizás más locura y sinrazón. La sinrazón de las conquistas y de los dominios. El personaje de Alejandro aparece como ya ‘endiosado’, buena persona, demasiado quizás.
Los ACTORES
Todo el elenco está bien en sus papeles. Ellos no son responsables que en algunos momentos falte carga dramática y que existan escenas demasiado lineales. Destacaría a Unax Ugalde, porque como rey Taxilos realiza un ejercicio de contención interpretativa extraordinario. Haciendo creíble su papel de “hombre de paz”, sereno, incisivo. Aprovechando sus movimientos por la escena como una parte más del texto que declama. También sobresaliente Aitor Luna, quien demuestra desde su primer “paso de baile” que maneja la escena, se la lleva a su terreno. El Teatro Romano no puede con él, y su voz llega profunda y directa a cada rincón de las caveas del teatro emeritense. Creíble e intenso, lo necesario para ser el personaje más intenso.
Félix Gómez da todo lo que el texto le pide. Se echa de menos momentos más tensos que pueda protagonizar. Además el actor demuestra que físicamente se ha preparado el personaje. Sus movimientos de brazos, piernas…Un trabajo físico interpretativo que le lleva a ser uno de los jóvenes actores mejor preparados de la escena española. Tiene la técnica, técnica que dota de credibilidad a sus personajes.
Amparo Pamplona aparece poco. Con una declamación perfecta. No necesita mover un brazo para hacer creíble cada una de sus palabras del texto. Se merece por sí misma más texto. Reivindicamos para ella un papel protagonista, porque parece que ha nacido para interpretar en un teatro como éste ante 3.000 personas casi sin despeinarse. Su inmensa voz, su voz grave, sus pausas…Una actriz imprescindible.
El resto del elenco está correcto en sus personajes, aunque no destacan sobremanera. Ayudan con su trabajo a que la narrativa se desarrolle con credibilidad. Aunque se vuelve a echar en falta diálogos más desgarrados que pongan la guinda a un buen montaje.
Porque ‘Alejandro Magno’ es un buen montaje, de esos que podemos recomendar a cualquiera. Que te hacen pasar una velada nocturna agradable, y que te permiten reedescrubrir un mito nunca antes visto en el Teatro Romano de Mérida. Una buena oportunidad para disfrutar de teatro del que nos gusta: Con el aprovechamiento total de la escena, con efectos que envuelven y atrapan y con un texto cargado de frases para apuntar con papel y bolígrafo. Larga vida a ‘Alejandro Magno’.