Las noches de verano emeritense tienen su epicentro en el Teatro Romano de Mérida. Pero más allá del monumento hay una liturgia, no escrita (a partir de ahora y gracias a este blog sí), que se comparte de persona en persona y que acaba siempre con un mojito frente al teatro. Disfrutar de uno de los montajes de la 62 edición y marcharse a casa sin haber disfrutado de la Terraza del Festival es un pecado evitable. Por ello hoy te presentamos, una edición más, el ágora festivalera. El lugar donde los debates sobre la calidad de la obra vista esa noche se extienden más allá de la madrugada. El rincón donde discernir si el clásico puesto en escena se adapta a nuestros gustos o si lo que hemos visto es más una estridencia.
Mojitos, preparados, gyn tonics, etc…Bueno, y refrescos. También se discurre sin beber alcohol. Además, suele ser el punto de encuentro tras el espectáculo del cuadro artístico y técnico. De actores y actrices, directores y personal técnico que hacen cada noche posible que se levante el telón ficticio del Teatro Romano. Ese ambiente ‘alternativo’ diferente, otorga a este lugar un especial encanto. Las noches de Festival no serían lo mismo sin la Terraza. Un lugar diferente, cargado de magia, donde el disfrute y la reflexión tienen cabida mientras saboreas una copa o refresco.