Se veía venir. No, no me refiero a la marcha de Guardiola del Barça, sino a la subida del IVA y de los impuestos especiales que gravan el tabaco, el alcohol y los carburantes en 2013. Era un rumor a voces que confirmó el viernes el mensajero del miedo del Gobierno y ministro de la escasez, Luis de Guindos. “La subida del IVA es un disparate”, porque “afecta fundamentalmente a pensionistas y parados” y “va a repercutir en la financiación de las comunidades autónomas, pensemos en sanidad o educación”. Y no lo digo yo, lo dijo Mariano Rajoy hace dos años. Vale, lo dijo antes de aterrizar en la Moncloa y descubrir que Zapatero le había engañado: el déficit era bastante mayor del previsto. Con ese argumento, justificó que se viera obligado a hacer otras lindezas que prometió no hacer: subirnos el IRPF, la luz y el gas, entre otros ‘lujos’, así como abaratar y facilitar el despido y decretar una amnistía fiscal para los defraudadores y el repago farmacéutico. Sin embargo, en enero aseguró que el aumento del IVA seguía sin estar entre sus previsiones, porque no le parecía lo más justo y equitativo.
Pero una cosa es predicar y otra dar trigo, como bien sabe la Iglesia, que, por boca del cardenal Rouco Varela, apeló esta semana a “la caridad” y al “espíritu de sacrificio” para salir de la crisis. Muy bien, eminencia, pero aplíquese el cuento, porque clama al cielo que la Iglesia y las grandes empresas demuestren menos caridad y espíritu de sacrificio con Hacienda -que, dicen, somos todos- que esos 20 millones de ‘paganos’ con nómina a los que siempre se les toca el bolsillo y que formamos ‘El club de los pringaos’ que da título al último libro del periodista Daniel Montero. Como desvela al detalle Montero, los que menos tienen (las clases bajas y medias del país, los curritos y pequeños empresarios) pagan cinco veces más impuestos que los que más tienen (los grandes capitales y multinacionales). Los 20 millones de asalariados recaudan casi 77.500 millones al año; todas las empresas juntas, 30.000 millones, menos de la mitad. Y, como era de esperar, los ‘pringaos’ estamos siendo los grandes ‘paganos’ de la crisis, pues las compañías españolas abonan la mitad de impuestos que hace cuatro años y han pasado de aportar el 22% al 10% del dinero que necesita el Estado. Y este se lleva de una forma u otra (vía impuestos directos, indirectos y cotizaciones) la mitad del sueldo de un currito.
Por su parte, la Iglesia está exenta del pago del IVA, del Impuesto de Patrimonio, del IBI y de las tasas para solicitar permisos de obra en sus edificios, con lo que deja de ‘donar’ al cepillo común unos 1.000 millones. No obstante, “la Iglesia es santa y pecadora”, como recordó el viernes, en los Desayunos de TVE, Sebastián Mora, secretario general de Cáritas, ONG que también es Iglesia y cuya labor de asistencia a un creciente número de ‘paganos’ enviados al infierno de una cornada por el becerro de oro, como esos ya 1,7 millones de familias con todos sus miembros en paro, es impagable. Que Dios se lo pague, aunque en realidad la pagan incluso los no creyentes que marcan la casilla de fines sociales en la declaración de la renta.
(Publicado en el diario HOY el 29/4/2012)