“Tuvimos que asustar a la población para tranquilizar a los mercados“, decía una genial viñeta del dibujante El Roto. Y a fe que nuestros gobernantes han logrado que estemos muertos de miedo. “Miedo al ‘otro’, al que viene a disputar los pocos empleos existentes y los beneficios del Estado de bienestar, a la inseguridad económica, a una distribución de la renta y la riqueza cada vez más regresiva y, sobre todo, el miedo a que nuestros representantes, aquellos a los que hemos elegido para que nos ayuden a resolver los problemas públicos y comunes, sean impotentes porque las decisiones ya no se toman en los establecimientos habituales de la democracia (los parlamentos), sino en otros territorios alejados, oscuros e impersonales (los mercados)”, como explica el periodista Joaquín Estefanía en su libro ‘La economía del miedo’.
Y me temo que nuestros impotentes representantes nos asustarán más, visto que todas las terroríficas medidas que han tomado no bastan para calmar a los mercados. No se engañen, la euforia de los últimos días en el parqué será pasajera. La causó Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, el 26 de julio al asegurar que “el BCE hará todo lo necesario para sostener el euro”; sin embargo, pocos días antes, avisó que “no está para salvar países”. Frau Merkel bendijo el último guiño a los mercados de su fiel guardián de la ortodoxia monetaria, aunque su tesorero, herr Schäuble, matizó que “la condición previa es que los políticos adopten las medidas necesarias para hacer frente a la crisis financiera y de confianza”. O sea, que sigan asustándonos para tranquilizar a los mercados.
Pero los últimos sustos con el bisturí que nos ha dado el gabinete del doctor Rajoy, por prescripción de los doctores Frankestein y Moreau de la UE y del Fondo Monetario Internacional, no solo no apaciguarán a nuestros usureros sino que agravarán el crítico estado de nuestra economía. Hasta el propio FMI así lo reconoce y ahora prevé que el PIB español se contraerá en 2013 el 1,2%, el doble de lo que vaticinaba hace apenas dos semanas (0,6%). Sin embargo, insta a Mariano a meternos más miedo en el cuerpo y la mano en los bolsillos para cumplir los objetivos de déficit público, porque no basta el paquete de recortes anunciado el 11 de julio, que incluye varias “recomendaciones” del FMI, como subir el IVA y bajar el sueldo a los funcionarios. Los matasanos del Fondo advierten que habrá que subir más el IVA y dar más “palos” a las autonomías. En cuanto al desempleo, admiten que está en niveles “inaceptablemente altos” y que la reforma laboral “llevará tiempo que tenga efecto, sobre todo cuando se aplica en plena caída del crecimiento”. ¿Y mientras tanto qué? Para cuando surtan efecto los remedios de estos aprendices de brujo, lo mismo todos hemos corrido la suerte de esos casi 5,7 millones de cadáveres que ya se amontonan en las cunetas de las empresas y administraciones y en las morgues de las oficinas de empleo. Paralizados por ese miedo, los que todavía gozamos del lujo de trabajar solo nos atrevemos a rezar por que no nos llegue la hora. Y si hay algún valiente que ose levantar la mano o la voz, se valla el Congreso y se sacan los antidisturbios a la calle. Todo sea por tranquilar a los mercados.
(Publicado en el diario HOY el 29/7/2012)