No hay que confundir ser realista con ser pesimista. Pero la realidad es pésima. Pintan bastos para España: uno de cada cinco españoles es pobre; uno de cada cuatro que pueden y quieren trabajar está en paro; 1,8 millones de hogares tienen a todos sus miembros desempleados; el 55% de los jóvenes menores de 25 años no tiene trabajo; la economía se contraerá en torno a otro 1,5% este año. Y el cuadro que pintan para el año que viene no es mucho mejor: se crecerá unas décimas que serán insuficientes para crear empleo, con lo que el paro seguirá aumentando. Y, encima, tanto sacrificio apenas servirá para reducir el déficit público, por mucho que el Gobierno de Rajoy se haga trampas al solitario tirando de la hucha de las pensiones para comprar deuda española, más rentable, lo que es sinónimo de más riesgosa. Por ende, España deberá pedir más tiempo aún a la Unión Europea para cumplir con los objetivos presupuestarios.
Lo peor es que se nos están acabando las provisiones para aguantar el temporal y este no amaina. La capacidad de ahorro de las familias españolas se redujo 2,8 puntos durante 2012, situándose en el 8,2% de la renta disponible, el nivel más bajo en 13 años. Es decir, de cada cien euros que ingresa una familia solo puede ahorrar ocho, menos de la mitad que en 2009, cuando la crisis ya era un hecho innegable y los españoles, viendo las orejas al lobo, comenzaron a hacer hucha. La razón de tanta sinrazón es que los salarios bajaron el 5,4%. Y, para más inri, subieron los precios, el IVA y otros impuestos y tasas.
Todo ello son síntomas de que los españoles están al límite. Por tanto, ojo, habrá rebelión a bordo, si Rajoy no se rebela contra Merkel. Si la UE no da un volantazo a la izquierda ni afloja el cinturón a los pasajeros del asiento de atrás, estos acabarán arrancándoselo y saltando en marcha o al cuello de los conductores. Entonces, los escraches serán una broma pesada al lado de la que se avecina.
(Publicado en el diario HOY el 7/4/2013)