Vuelve el landismo, vuelve la música de los 80 y 90, vuelve David Bowie, vuelve Paco de Lucía, vuelve el Barça a ganar la Liga, vuelve el Atleti a ganar al Real Madrid una final de la Copa en el Bernabéu, vuelve Florentino a estrellarse, vuelve Mourinho al Chelsea, vuelve la austeridad thatcherista aunque en versión alemana, vuelve la ultraderecha a coger bríos aquende y allende el Canal de la Mancha y amaga con volver José María Aznar, el inflador de la burbuja inmobiliaria, el colega de Blesa, el suegro de Agag, el azote de nacionalistas vascos y catalanes, uno de los cruzados de las Azores, el patito feo que se metamorfoseó en ‘Ánsar’.
Envuelto en la enseña rojigualda, Aznar reapareció esta semana en la tele como el Rey Sol, como un superhombre más allá del bien y del mal, como un salvador de la patria, como el gallo de Morón, cacareando y sin plumas, alzando la cresta, pontificando y dando picotazos a su antaño delfín y amenazando, de forma sibilina, con destronarle en el corral. Es el mundo al revés, el pájaro bobo de Rajoy ha montado un circo y le crecen los enanos: el ganso con aires de gallo bajo cuya ala medró ahora es el principal líder de la oposición y su eterno rival, el ave fría de Zapatero, su más fiel servidor; y, para más inri, sus barones se le ponen gallitos porque quiere cambiar dinero por independencia con el buitre catalán, y para hacerles frente encuentra un inesperado aliado en el milano andaluz. Es algo parecido a lo que pasa en la dehesa: mientras el ‘verso suelto’ le pone alfombra roja al amigo socialista, de pico de oro, del hombre más rico del mundo y se mira en el espejo del ‘bellotari’, este hace leña de la vara caída.
Felipe González ‘el Animoso’ siempre dice aquello de que los expresidentes son como jarrones chinos en casas pequeñas, es decir, estorban en todos los sitios. Pero los hay que se resisten a ser meros objetos decorativos, suspiran por el eterno retorno y se dedican a romper cristales o sentar cátedra. Es lo que tiene ascender rápido y estar demasiado tiempo en la cima, uno termina víctima del mal de altura o de delirios de grandeza. Otros lo llaman el síndrome de la Moncloa. Aznar lo padece aún en grado sumo, pese a dejar la presidencia hace nueve años, y se cree Josemari I ‘el Deseado’, cuando, en realidad, es el ‘Rey Felón’.
Sin embargo, presidente, recuerde que nunca segundas partes fueron buenas, salvo ‘El Padrino II’ y ‘Desde Rusia con amor’ (la segunda entrega de las aventuras de James Bond), como se cansaba de repetir el cascarrabias de Pumares en el mítico programa radiofónico de cine (y gastronomía) ‘Polvo de estrellas’. Bueno, mi amigo Bruno añade ‘Este muerto está muy vivo 2’, Quizá Aznar, con la correa cada vez más apretada al cuello, es lo que quiere dejar claro a los que lo daban por enterrado. Ay, qué pesado, qué pesado, siempre pensando en el pasado. Josemari, tu tiempo ya pasó y no me vengas con esa cantinela de: “Volver / con la frente marchita / las nieves del tiempo, / platearon mi sien. / Sentir / que es un soplo la vida, / que veinte años no es nada / que febril la mirada / errante en las sombras / te busca y te nombra. / Vivir / con el alma aferrada / a un dulce recuerdo / que lloro otra vez”… y no ha de volver.
(Publicado en el diario HOY el 26/5/2013)