Cómo estará la cosa que hasta los presos renuncian a su libertad por un plato de lentejas y un techo bajo el que cobijarse aunque sea una jaula. Está pasando en la alicantina y hacinada prisión de Fontcalent. Los reclusos rechazan acogerse al tercer grado y salir de la prisión durante el día porque fuera no tienen recursos para subsistir ni encuentran trabajo. Y si lo encuentran no les saca de pobre. En cambio, si cumplen seis meses entre rejas y tienen familias a su cargo, adquieren el derecho a un subsidio de paro cuando sean puestos en libertad; derecho que ya están perdiendo cada vez más ‘hombres libres’ que se eternizan en el desempleo y que ya solo aspiran a que el barón de turno afloje la mano en vísperas de las elecciones y les dé una limosna en forma de renta básica.
La prima de riesgo y el precio del dinero podrán estar por los suelos, pero también aún la economía real. Los curritos, parados y autónomos todavía esperan la cacareada recuperación, como los cristianos la parusía o Vladímir y Estragón a Godot. Ni los trucos de magia monetaria de Supermario Draghi levantan a este muerto que dicen los que mandan que está muy vivo. Pero esos cada vez que hablan baja el pan y el fantasma de la deflación toma cuerpo. Tampoco funcionan las viejas y draconianas recetas neoliberales. Ya lo admiten hasta organismos internacionales que antaño las recomendaron como la OCDE. Este club de los países ricos ahora alerta de que seguir bajando los salarios «puede ser contraproducente» para la recuperación porque empobrece más a los ya pobres y deprime la demanda, es decir, nos deja sin ganas y sin blanca para consumir e invertir en el interior. Para más inri, no está dando el resultado deseado: volvernos más productivos y competitivos para que compren nuestra mercancía en el exterior. Todo lo contrario, en el primer semestre nuestras exportaciones frenaron en seco y la aportación del sector exterior a nuestro PIB fue negativa, o sea, restó.
Sin embargo, pese a todo, no hay motivos para quejarse, eh. Peor se vivía hace 70 años, como nos recuerda el ‘spot’ difundido por la Junta por el Día de Extremadura a través de los testimonios de tres abuelinas. Estas señoras me merecen todo el respeto del mundo por lo duro que han luchado en la vida para salir adelante, pero nuestro barón rampante las ha utilizado para vendernos que vivimos en la mejor de las Extremaduras conocidas, por lo que menos quejarse y «agila palante». Hay que reconocer que nuestro artero Mago de Oz nos da una lección con este truco de psicomagia de como jugar con el miedo y la ilusión de la plebe: miedo al pasado e ilusión por el futuro para soportar el presente. Rajoy, toma nota de tu barón rojo. Es un artista de la política espectáculo. Si hasta la farándula le quiere ya más que al de la ceja. Está tocado por la gracia divina de Ceres y como vendedor de ilusiones no tiene rival. No veo nadie mejor que él para protagonizar el próximo anuncio de la Lotería de Navidad.
En ‘El miedo a la libertad’, Erich Fromm nos recuerda estas palabras del también filósofo John Dewey: «La amenaza más seria para nuestras democracia no es la existencia de los estados totalitarios extranjeros. Es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras propias instituciones de aquellos mismos factores que en esos países han otorgado la victoria a la autoridad exterior y estructurado la disciplina, la uniformidad y la confianza en el ‘líder’».
(Publicado en el diario HOY el 7/9/2014)