En mi querida España, esta España mía, esta España nuestra es tanta la mierda acumulada en las cloacas del poder que se han desbordado. Hace tiempo que la olíamos, pero ahora la vemos salir a borbotones por los imbornales de la prensa. Ha dicho nuestro barón rojo que, «cuando las alcantarillas huelen, hay que limpiarlas a fondo, no taparlas». Muy bien, don José Antonio, de nuevo nos ha dado uno de esos titulares redondos que le cocina su Rasputín. ¡Ay, ese Iván es terrible! Pero estamos hartos ya de tanta cháchara. Obras son amores y no buenas razones. Y mal empieza su jefe limitándose a pedir perdón sin asumir responsabilidades y sin cortar cabezas porque es de humanos equivocarse. Pues yo no le perdono, don Mariano, yo le exijo tomar y poner enmienda, porque de sabios es rectificar, y que se vaya por donde vino porque, al menos, es responsable de poner la mano en el fuego por una panda de chorizos de cuello blanco, los Camps, Mata, Bárcenas, Rato, Acebes… La nómina es larga, tanto como la sombra de la corrupción, que, al parecer, llega hasta el mismísimo Aznar, que dejó sus principios en el cajón de FAES para hacer negocios con el sátrapa Gadafi. Don Mariano, no intente dárnosla con queso, una vez más, presentando a prisa y corriendo medidas de regeneración democrática y de transparencia que huelen a papel mojado que apestan. Déjese de prometer lo que no va a hacer. Eso es populismo y no el de Podemos, al que se lo están poniendo a huevo, como dice su enemiga íntima Esperanza, otra populista de tomo y lomo.
Mi querida España recuerda cada vez más a la Italia de la tangentópolis. Así era designado el sistema de corrupción por el que los políticos italianos cobraban comisiones (‘tangenti’, sobornos en italiano) a cambio de favores a empresarios: contratos, obras, subvenciones… En tamaña cadena de canchullos estaban pringados hasta las trancas los partidos que se repartían el poder (el socialista (PSI) de Craxi y la Democracia Cristiana (DC) de Andretotti). El sistema saltó por los aires cuando un pequeño constructor, harto de extorsiones, se avino a colaborar con la Justicia y ayudó al arresto de un dirigente del PSI, Mario Chiesa. Este, sintiéndose abandonado a su suerte por su capo, tiró de la manta. A partir de ahí, un grupo de intocables magistrados bautizados como ‘Mani Pulite‘ (Manos Limpias), liderados por Antonio di Prieto, un Garzón a la milanesa que acabó pasándose a la política y fundando su propio partido como Elpidio Silva, pusieron al descubierto entre 1992 y 1994 la tangentópolis. Hubo muchas detenciones, condenas y suicidios de implicados en la trama. Sin embargo, por culpa de los largos plazos de la justicia italiana, prescribieron algunos delitos, de lo que se benefició el mayor corrupto y corruptor de la República, Silvio Berlusconi, amiguete de Craxi.
Este macroproceso borró del mapa político al PSI y a la DC, pero, ¡ojo!, encumbró al populista Berlusconi. En 1994, ‘il cavaliere’ se hizo con las riendas del gobierno italiano y, con interferencias, ha sido quien más tiempo las ha llevado, pese a las muchas causas judiciales que se le han abierto, hasta que las soltó en 2013, al ser condenado por fraude fiscal. Los italianos tropezaron dos veces con la misma piedra; no hagamos igual los españoles, porque, recuerden, de todo lo pasado y por pasar somos responsables en última instancia con nuestro voto. ¡Ay, mi querida España, esta España viva, esta España muerta, despierta de tu santa siesta!
(Publicado en el diario HOY el 2/11/2014)