Ha comenzado la subasta de seres humanos entre los hombres grises europeos, como se representa el reparto de refugiados en el vídeo ‘¿Quién da menos?’, dirigido por Miguel Bardem para la campaña #UErfanos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Las imágenes evocan las subastas de esclavos. Sin embargo, en este caso la mayoría de postores regatean a la baja, intentando quedarse con el ‘lote’ más pequeño posible. Es lo que hizo España hasta que la foto de Aylan, el niño sirio de tres años ahogado en una playa turca, dejó con las vergüenzas al aire a nuestros gerifaltes.

Hasta entonces, el Gobierno de Rajoy puso casi tantas zancadillas como Hungría a los refugiados y trató de escatimar el número de asilados que la Comisión Europea le pedía que acogiera. De hecho, del primer ‘lote’ de 40.000 que Bruselas propuso repartir en mayo, a España le tocaron en suerte 4.288, pero solo aceptó 1.300. Es más, el ministro del Amor, Jorge Fernández Díaz, se valió de la misma ocurrente metáfora que el ‘pequeño Nicolás’ francés para explicar el reparto: «Es como si tuviéramos una casa, con muchas goteras, que están inundando diversas habitaciones y en lugar de taponar esas goteras lo que hacemos es distribuir el agua que cae entre distintas habitaciones». Eso fue en julio. Ahora se reparten 120.000 más y a nuestro país le asignan casi 15.000, pero Rajoy ya no va a discutir las cifras «con la que está cayendo». La culpa la tiene Aylan; tal es la ola de solidaridad ciudadana que ha levantado que el PP no se puede arriesgar a perder votos a escasos meses de las generales.

Pero Mariano y compañía son lobos grises con pieles de cordero. Aunque algunos lobos de su camada disimulan mejor que otros su verdadero pelaje. El martes, Fernández Díaz advirtió que entre los refugiados se pueden colar terroristas. El viernes, uno de los valores en alza del PP, Javier Maroto, insistió en ese mensaje del miedo: «Entre los sirios que entran hay muchos yihadistas. Son personas que un día ponen una bomba en cualquiera de nuestras ciudades». Luego admitió que sus palabras no fueron las más acertadas y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría trató de matizar que los desplazados huyen precisamente del terror. Pero el exalcalde de Vitoria ya había dado otras muestras de su larvada xenofobia, como cuando acusó sin pruebas a los inmigrantes de preferir vivir de los subsidios sociales antes que trabajar. Él y otra nueva estrella en el firmamento popular, el exregidor de Badalona y candidato del PP a la Generalitat, Xavier García Albiol, son puestos por SOS Racismo como «ejemplo de lo que no hay que hacer»: utilizar la demagogia y el populismo contra los extranjeros, lo que la oenegé tacha de «discurso del odio». En su informe anual, SOS Racismo alerta del aumento de las declaraciones xenófobas de políticos y subraya que el racismo de las instituciones sigue siendo la principal causa de discriminación; es la que, por ejemplo, sufre un inmigrante a la hora de hacer trámites para conseguir los papeles. El portavoz de la oenegé, Mikel Mazkiaran, también muestra su preocupación ante la aún fuerte presencia de conductas racistas en el ámbito vecinal y da por casi seguro los conflictos con la llegada de refugiados a España. Porque la solidaridad también es una moda pasajera y el discurso del miedo al final siempre es rentable en las urnas, y eso lo sabe el PP.

(Publicado en el diario HOY el 6/9/2015)