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Rebelión en la granja

Cuenta el maestro Orwell, más o menos, que había una vez una granja cuyos animales se rebelaron contra su duro amo, el señor Jones, que tenía algunos vicios, como la bebida, y a las bestias mal alimentadas. La rebelión había sido instigada por el Viejo Mayor, un cerdo majestuoso de aspecto campechano y muy estimado en la granja. En una de sus peroratas, con su acento caribeño, llamó a sus camaradas a eliminar al Hombre, al considerarle la fuente de todos sus males.

Poco después, el Viejo Mayor murió y tres jóvenes y prominentes cerdos tomaron su testigo: Napoleón, Snowball y Squealer. Napoleón era un verraco de aspecto feroz, larga y retorcida cola y con fama de salirse siempre con la suya. Snowball era más vivaz, pero de carácter más débil. Squealer, el más jovencito, era de ojos vivarachos y un orador brillante y muy persuasivo. Este trío, basándose en las enseñanzas del Viejo Mayor, elaboró un sistema de ideas, el Animalismo, que redujeron a siete mandamientos, sintetizables en la máxima: «¡Cuatro patas sí, dos pies no!».

El hambre sublevó a los animales, que expulsaron al señor Jones y se hicieron con el control de la hacienda, a la que bautizaron como ‘Granja Animal’. Los cerdos asumieron el mando. Cada domingo, todos los animales celebraban una asamblea. Los cerdos siempre proponían las resoluciones. Los otros animales votaban, pero nunca planteaban ideas propias. Snowball y Napoleón eran los más activos en los debates, pero siempre discrepaban.

La noticia no tardó en difundirse. Todos los días, Snowball y Napoleón mandaban palomas con instrucciones de mezclarse con los animales de otras granjas y contarles la historia de la rebelión. Los granjeros se solidarizaban con Jones, pero secretamente tramaban cómo beneficiarse de su desgracia. Esto fue una suerte para ‘Granja Animal’, así como que los dueños de las dos granjas colindantes, Pilkington y Frederick, fueran enemigos irreconciliables. Ambos estaban asustados y difundieron rumores de que las bestias de ‘Granja Animal’ se peleaban continuamente y terminarían muriéndose de hambre.

Lo cierto es que el enfrentamiento entre Napoleón y Snowball fue a más y los animales se agruparon en dos facciones. Un día que discutían sobre si construir o no un molino de viento, Napoleón puso el grito en el cielo y aparecieron nueve enormes y fieros perros que había criado en secreto y pusieron en fuga a Snowball. Napoleón, acompañado de sus canes, anunció que se habían terminado las asambleas dominicales y que todas las cuestiones de la granja serían resueltas por una comisión de cerdos presidida por él. Hubo conatos de protesta pero no tardaron en ser reprimidos.

‘Granja Animal’ comenzó a hacer negocios con las granjas vecinas, incluidas las de Frederick y Pilkington, y a matizar los mandamientos. El colmo fue cuando los cerdos echaron a andar a dos patas y las ovejas estallaron en un tremendo balido: «¡Cuatro patas sí, dos patas mejor!». Un semana después, el resto de animales observó con estupor como Napoleón y sus leales brindaban y jugaban a las cartas con un grupo de granjeros, entre ellos Pilkington. De repente, se desató una violenta riña entre este y Napoleón porque habían descubierto a la vez un as de espada cada uno. Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre y del hombre al cerdo, pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.

(Publicado en el diario HOY el 20/3/2016)

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