Cristina Cifuentes saltó al ruedo ibérico como la gran esperanza carmín del centroderecha patrio, como adalid de la regeneración política, como martillo de corruptos correosos y púnicos y nepotistas aguerridos, pero no estaba libre de pecado. Su supuesto pecado –conseguir un máster por su cara bonita, sin asistir a clase, sin presentarse a los exámenes […]