Venga, señores Rajoy y Montoro, digan conmigo y con la diputada Rosa Díez: “Res-ca-te”. Añádanle luego el adjetivo que quieran: “light, blando, bancario…”. Pero no se anden con eufemismos, llamen al pan pan y al vino vino. ¿No decían que siempre iban a decir la verdad a los españoles, aunque doliera? Pues no me vengan entonces con monsergas. Europa ha acudido en rescate de nuestra agujereada banca con 100.000 millones de euros, que el Gobierno español repartirá entre las entidades según las necesidades de recapitalización que determinen las auditorías anunciadas (las entidades nacionalizadas, Bankia, NovacaixaGalicia, Cataluña Caixa y Banco de Valencia, precisarán de unos 40.000 millones). En juego está la propia supervivencia de la zona euro. Sin embargo, que quede claro que esa ayuda no es tal, sino un préstamo que la UE hace al Estado, que debe devolverlo en un plazo aún por precisar y a un interés que, al parecer, rondará el 3%. Por tanto, tendrá un impacto en nuestras ya maltrechas cuentas públicas, es decir, engordará nuestra deuda y, por ende, nuestro déficit. De ahí que persista la desconfianza de los mercados, pues temen que eso mine aún más la solvencia de España. Circunstancia que aprovechan los especuladores del parqué, como Donald Trump, para hacer caja y comprar chollos: a río revuelto ganancia de pescadores (en este caso, de tiburones).
Ya ven, para salvar a los bancos no importa endeudarnos más. No obstante, el Ejecutivo de Rajoy matiza que ese impacto se verá amortiguado por el interés del 8,5% que los bancos que reciban dinero del rescate deberán abonar al Estado español. Veremos. Pío, pío que no me fío. ¿Y por qué la UE no inyecta directamente el dinero en la banca sin que suponga una carga extra al Tesoro Público? Eso es lo que pide Rajoy, con el respaldo del presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, pero la Rottenmeier de Merkel, una vez más, y otros socios se niegan porque lo impiden las normas comunitarias. Pues se cambian, dirán. Sí, pero eso lleva su tiempo y este apremia. Se ha planteado como solución intermedia que Bruselas dé más tiempo a España para devolver el capital prestado y reduzca su coste financiero (es decir, los intereses). Además, el Gobierno negocia que el rescate a la banca se haga a través del FROB (Fondo estatal de Reestructuración Ordenada Bancaria), pero sin computar como deuda. ¿Calmaría esto a los sacrosantos mercados? Lo dudo. Estos han olido la debilidad de España y, como los mafiosos, seguirán extorsionándola para sacarle toda la pringe que puedan. Solo plantándoles cara se les pararía, pero para eso España necesitaría el apoyo de sus colegas europeos, con medidas como los famosos eurobonos o, como paso previo, comprándonos deuda pública de forma masiva. Pero el espíritu de los tres mosqueteros (“uno para todos y todos para uno”) brilla por su ausencia en esta Europa de los mercaderes de Venecia.