Mi amigo Juanma, que vive en Nueva York, ha pasado unos días en su patria chica y le ha sorprendido ver los bares llenos, el centro comercial ‘El Faro’ atestado de público y una relativa calma social, pese a la que está cayendo. Quizás esperaba encontrarse un país como el retratado por ‘The New York Times’, con gente rebuscando en contenedores de basura.
La principal razón de que en España aún sean puntuales disturbios como los del 25-S y la mayoría de las bocas coma tres veces al día es un sistema de protección social que para sí quisieran al otro lado del charco. Mas ese sistema comienza a quebrarse con los hachazos que le está dando Rajoy en su germánico afán por reducir el déficit. Consecuencia: cada vez más gente rebuscando en los contenedores, pidiendo y protestando en la calle y atendida por Cáritas –más de un millón ya, casi el triple que al inicio de la crisis–. Para más inri, la cobertura familiar también se está resquebrajando, maltratada por las manos tijeras de Mariano. Cada vez más padres tienen que acoger a hijos sin oficio ni beneficio, pero sus pensiones no se estiran como chicles y que se las suban un 1 % no compensa, ni de lejos, las alzas de las medicinas, el IVA, el IBI, la luz, el agua…
Pese a tanto hachazo y tanto impuesto, cuanto más deuda pagamos, más debemos. La prueba: lo que el Estado prevé ahorrar en 2013 en todos los ministerios se le va a ir en pagar los intereses. Esta paradoja fue explicada por el economista Irving Fisher en 1933, como recuerda el nobel de Economía Paul Krugman en su libro ‘¡Acabad ya con esta crisis!’. Según Fisher, cuando, debido a un empeoramiento económico, muchos deudores se ven obligados a vender cuanto tengan o a recortar drásticamente el gasto para amortizar la deuda, se reducen los ingresos y el valor de los activos (casas, tierras, bonos del Tesoro…) y los problemas de endeudamiento se agravan. Si los consumidores dejan de comprar, las empresas, al vender menos, cancelan inversiones y despiden a trabajadores. Por ende, el Gobierno ingresará menos vía impuestos y cotizaciones sociales y gastará más en prestaciones por desempleo, lo que le llevará a subir o crear impuestos y recortar más. Es una espiral letal. ¿Les suena? ¿Y cuál es la solución? Krugman lo tiene claro: «Es hora de que el Gobierno gaste más, y no menos, hasta que el sector privado esté preparado de nuevo para impulsar la economía». Mariano, el problema es la demanda, estúpido.
No obstante, reconoce Krugman, «los deudores no pueden gastar y los acreedores no quieren gastar». Eso ocurre en Europa. España está en «un momento de Minsky», economista que alertó de que el excesivo apalancamiento (acumulación de deuda en relación con los activos o ingresos) abona el terreno para la crisis. En tal momento, de un país ya no se fía ni Dios y para lograr que le presten debe ofrecer una libra de carne como interés, lo que aumenta la carga de la deuda. Para recuperar la confianza de los mercados, España necesita la ayuda de sus tíos ricos de Europa, pero estos, con sor Angela a la cabeza, le exigen a cambio apretarse más el cinturón, lo que no hace sino agravar la recesión. Y Keynes advertía que «el auge, y no la depresión, es la hora de la austeridad».
(Publicado en el diario HOY el 30/9/2012)