Yo no soy tonto, pero me toma por tal Fátima Báñez, ministra de Empleo, al quererme vender en el mercado de los medios que ve «señales esperanzadoras» de que «estamos saliendo de la crisis», días después de que la EPA confirmase que ya hay casi 5,8 millones de parados (uno de cada cuatro españolitos que pueden y quieren trabajar), justo unos 800.000 más que hace un año, cuando su jefe no ocupaba la Moncloa, lo veía todo negro y se tronchaba de los brotes verdes vislumbrados por la miope de Elena Salgado.

Yo no soy tonto pero me toma por tal Luis de Guindos, ministro de Economía, al asegurar que la reforma laboral está dando sus frutos –la prueba del algodón es que desde que entró en vigor el pasado febrero y hasta septiembre se han destruido 179.400 empleos indefinidos y la cifra de afectados por ERE se ha más que duplicado– y que el producto interior bruto (PIB) español caerá este año algo menos del 1,5 % esperado. Consuelo de tontos, pues en torno al 1,5 %, décima arriba, décima abajo, pronostican los analistas privados y organizaciones internacionales, con el FMI a la cabeza, que se contraerá la economía patria el año que viene, el triple que lo vaticinado por el Gobierno en sus cuentas de la lechera para 2013.

Yo no soy tonto, pero me toma por tal Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, al basar dichas cuentas de la lechera en previsiones de crecimiento que ni los más optimistas se creen. Y debe pensar que me he caído de un guindo si quiere que me crea que son los Presupuestos del Estado «más sociales de la democracia», mientras da hachazos a la educación y la sanidad públicas, y los del «último año de la recesión» y que cumpliremos con creces con los objetivos de déficit público, cuando, en su informe de otoño, el Fondo Monetario no espera que, ¡hasta 2017!, la economía de España crezca por encima del 1,5 % (y para generar empleo necesita avanzar más del 2 %) y que su desequilibrio fiscal baje al 3 % del PIB, como exige la UE.

Yo no soy tonto, pero me vuelve a tomar por tal Cristobalito cuando hace una ley antifraude que limita los pagos en efectivo a 2.500 euros, salvo para las operaciones inmobiliarias entre particulares, para alegría de mafiosos y especuladores sopladores de burbujas.

Yo no soy tonto, pero el Gobierno de Rajoy me toma por tal cuando no duda en endeudarnos más para rescatar a la banca con dinero de todos, mientras nos mete las manos en los bolsillos, haciéndonos pagar hasta por el aire que respiramos, para cuadrar las cuentas. Es el mismo Gobierno que, mientras socializa las pérdidas de los bancos, permite a estos listos dejar sin casa y con una deuda del carajo a sus espaldas a desahuciados que no tienen donde caerse muertos y prefieren quitarse la vida a la deshonra. Y todo porque a Mariano le falta bemoles para hacer justicia social y obligar a las entidades financieras a aceptar la dación de la vivienda en pago de la hipoteca.

Decía, sabiamente, Forrest Gump que tonto es el que hace tonterías. Pues aplíquense el cuento, señor Rajoy y compañía, y dejen de hacer el panoli y, sobre todo, de tomarnos el pelo. Que a este paso, dentro de tres años, cuando acaban su mandato, todos calvos.

(Publicado el 4/11/2012 en el diario HOY)