Esta crisis cada vez guarda más similitudes con ‘El ángel exterminador’, dirigida por Luis Buñuel, cuyo guión coescribió con el pacense Luis Alcoriza. En esta película un grupo de burgueses es invitado a una cena en la mansión de los Nóbile tras asistir a la ópera. Entonces, los sirvientes y cocineros se sienten impelidos a dejar la casona y se marchan. Al acabar de cenar, los invitados se disponen a irse cuando se dan cuenta de que no pueden salir de la estancia por algún extraño motivo que desconocen, aunque aparentemente no hay nada que se lo impida. A medida que van pasando los días, el alimento y la bebida escasean, la basura se acumula, los personajes enferman y las buenas costumbres y la cordialidad poco a poco se van perdiendo y los burgueses terminan por comportarse como auténticos salvajes. Sobreviven gracias a un hato de ovejas que entra en la habitación de forma inexplicable y que no dudan en sacrificar para matar el hambre. Por fin logran salir de la casa después, curiosamente, de que todos recuperasen la misma exacta postura en que comenzó la trágica encerrona y de que una de las invitadas tocara la misma sonata de Paradisi que interpretó al inicio. A continuación, van todos exultantes a una misa de ‘Te Deum’ y, cuando termina, nadie puede abandonar la iglesia. Pero ahora ya no es una decena de personas sino una multitud la que está atrapada, y vemos entrar en el templo a todo un rebaño ovino, mientras la policía reprime a balazos unas manifestaciones en el exterior.
Como en el filme del genio de Calanda, acabada la fiesta, la burguesía de cartón piedra de este y otros países del primer mundo se ha visto atrapada en una crisis de la que es incapaz de salir. Ahogada por el cierre del grifo del crédito y la menguante demanda, ha perdido las buenas maneras y ha tomado salvajes medidas de ajuste, llegando a sacrificar para sobrevivir a pobrecitos corderos. Todos esos recortes y sacrificios solo han servido para acabar en la posición de partida, pero con la ropa y los nervios hechos jirones. La salida sigue siendo la misma que hace cinco años -más estímulos y menos austeridad-, con una grave diferencia: por el camino han sido sacrificados muchos corderos, hay mucha más gente atrapada, la burguesía por perder ha perdido hasta el decoro y en el exterior la crispación social y las protestas se han multiplicado. Para salir de esta encerrona solo hace falta voluntad. Sin embargo, hay un ángel exterminador, cual el Abadón del Apocalipsis, que parece impedirlo; en realidad es Ángela, la reina de las langostas, más conocida como Merkel, cuya etimología desconozco pero que suena muy parecido a ‘market’ (‘mercado’ en inglés).
Mientras, los mercaderes del templo siguen mandando corderos de Dios al matadero cuando empiezan a añejarse y tras ser trasquilados y desollados vivos. Es para encabronarse, pero nos hemos aborregado tanto que, lejos de tirar coces, balamos por las verdes praderas de antaño y, cuando el pastor se nos acerca con las tijeras, ponemos carita de cordero degollado implorando su piedad. Lo peor es que, aunque la puerta del redil está abierta, tampoco somos capaces de salir. ¿Adónde vamos a ir visto que la sequía y las plagas de langosta han dejado todo hecho un erial?
(Publicado en el diario HOY el 9/6/2013)