El señor Montoro no tiene un pelo de tonto y pretende tomárnoslo cuando asegura, sin despeinarse, que los salarios no están bajando sino moderando su crecimiento. Una mentira que por más que se repita mil veces no se convertirá en verdad, porque la contradicen hasta las estadísticas de la Agencia Tributaria y los patronos. Montoro, arteramente, hizo de la excepción regla, pues, en efecto, las remuneraciones subirán este año menos del 0,6%, pero solo para dos de cada diez asalariados. Sin embargo, según UGT, desde 2010 vienen descendiendo los salarios reales, es decir, los precios han subido más que los sueldos, y entre 2012 y 2013 los trabajadores acumulan una rebaja real de diez puntos porcentuales. Esa pérdida de poder de compra se espera que sea inferior al final del año, ya que los precios sí que están moderando su crecimiento: la tasa interanual del IPC bajó en septiembre al 0,3%.
Pese a ello, el menguante sueldo de una creciente legión de curritos se lo comen los recibos de la luz, el gas o el agua, que se han disparado desde que empezó la crisis. Para muestra, un botón: en España la factura de la electricidad doméstica, cuyo gráfico no entendemos, según la OCDE, se ha encarecido, palabrita de Eurostat, un 88% desde 2006, lo que aún es más difícil de entender, tanto como el déficit de tarifa que reclaman las eléctricas con enchufes y cables en suelo patrio, que son cinco, como las familias de la Cosa Nostra de Nueva York.
En resumidas cuentas, los ingresos de la mayoría de los españoles no dan para ir muy lejos, ni siquiera para llegar a final de mes en el caso de los tres millones que viven con menos de 307 euros mensuales, según Cáritas, y los dos millones de hogares con todos sus miembros en paro, pues tienen las patas tan cortas como las mentiras del contable del reino. Pero siempre ha habido clases, y unos tanto y otros tan poco, desigualdad que va a más. Hay 402.000 millonarios en nuestro país, 47.000 más que hace un año, según Credit Suisse. Estos tienen las patas tan largas como las manos y, en cuanto don Cristóbal, cachiporra en mano, intenta atraparlos, corren que se las pelan hasta paraísos donde los brotes sean verdes de verdad, como los billetes de dólar, no como los que atisbaron el miope de Zapatero y adláteres y ahora vislumbran el mentiroso de Rajoy y compañía. Sí, porque la de Montoro no ha sido la única ni la ultima mentira del Gobierno. A los dos días, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría anunció a bombo y platillo que se han cazado en 18 meses a 520.000 personas que cobraban de manera fraudulenta el paro. Luego el Ministerio de Empleo aclaró que solo 60.000 han perdido su prestación en los últimos seis meses. Y recuerden cuántas veces Rajoy dijo que no subiría los impuestos ni que tocaría las pensiones o puso la mano en el fuego por Bárcenas, para quien, a falta de sueldo, buenos son sobresueldos o sueldos en sobre.
Y no me vengan con que son mentiras piadosas o nobles, como las defendidas por Platón para mantener el orden social. Son mentiras sin piedad con un maquiavélico objetivo: aferrarse a la poltrona. Porque aquí, una vez cogida, casi nadie renuncia a soltarla, por más veces que se le haya cogido en un renuncio. Así que, ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará. Pero les advierto, parafraseando a Bertolt Brecht, que el que no conoce la mentira es simplemente un ignorante; pero el que la conoce y la llama verdad, ¡ese es un criminal!
(Publicado en el diario HOY el 13/10/2013)