Si es guiri y tiene pasta, no pierda esta oportunidad. España está en venta a precio de saldo. Este puede ser un otoño fantástico para los cazadores de gangas, ochos días de oro, qué digo, años de oro. Esto es jauja, qué digo, el país de las maravillas. España ha pasado de ser el enfermo de Europa a ser la nueva tierra de promisión, la China del viejo continente. Ya lo dice Botín, el banquero mayor del reino, que de esto sabe mucho: “Todo el mundo quiere invertir en España. Llega dinero para todos. Está llegando dinero a la Bolsa, a la deuda, a los bancos, para hacer inversiones…”. Vamos, para los de siempre. Vale, para millones de españolitos, como esos casi dos millones de hogares con todos sus miembros en paro, lo peor está por llegar. ¡Bah! Lo importante es que para usted, amigo americano, inglés, francés, noruego, alemán, chino, árabe, ruso… este es un momento fantástico para hacer negocios en España, en especial para el estraperlo inmobiliario y carroñear con los ahorros de pensionistas de Texas, jubilados de la Pérfida Albión o fondos soberanos del Golfo.
Se venden pisos vacíos en el extrarradio de grandes ciudades, fincas rústicas, patrimonio público, promotoras, constructoras y toda clase de empresas en quiebra o al borde del abismo. Y a precios muy competitivos, irresistibles. Bien lo sabe Bill Gates, cofundador de Microsoft y ladrón de afortunadas ideas -que se lo digan a Steve Jobs- devenido en filántropo; por eso acaba de convertirse en el segundo mayor accionista de FCC, solo por detrás de Esther Koplowitz, al comprar casi el 6% de los títulos de la constructora, ahogada por las deudas, por en torno a 110 millones de euros. Una bagatela para el hombre más rico del planeta, cuya fortuna supera los 50.000 millones.
La ruina de la mayoría puede ser lucrativa para una minoría, si tiene dinero, claro. El dinero es la medida de todas las cosas. Deme dinero y moveré el mundo. Y como aquí no hay un chavo hay que traerlo de fuera, sea vía exportaciones o inversiones extranjeras. Para eso don Mariano ha abaratado la mano de obra española, dejándola a casi coste chino, a través de una “muy agresiva” reforma laboral, y ha reunido en el ‘banco malo’ todo el ladrillo tóxico y toda la morralla de la banca patria y la ha puesto en venta a precios irrisorios. Ah, y ha subido los impuestos a la plebe mientras apenas ha metido mano al bolsillo de las grandes empresas y fortunas; con lo que España sigue siendo, gracias a engendros como las sicav, un paraíso fiscal encubierto, pero legal, como explica Daniel Montero en ‘El club de los pringaos‘. La consecuencia es que “las clases medias han sido desplazadas en favor de los beneficios de las empresas”. Y no lo digo yo, lo dice nada menos que el consejero delegado del Grupo Carrefour, George Plassat, que se queja de que la bajada de salarios ha provocado la desaparición de gran parte de sus mejores clientes.
En fin, nuestro toro tiene las venas abiertas y los tiburones y buitres foráneos han olido la sangre y se han lanzado a despedazarlo. Ayer fue Carlos Slim (el amigo rico del expresidente Felipe González) o Warren Buffett, hoy es Gates, mañana será un jeque, un plutócrata ruso o un Madoff de la vida. Con todo, los buitres cumplen una función: limpian la carroña. Y su banquete no ha hecho más que empezar.
(Publicado en el diario HOY el 27 de octubre de 2013)