Sigue la liquidación de España. Política y económica. La secesión de Crimea ha dado bríos al virrey Artur, que sigue afilando su Excalibur presto a cortar de un tajo la piel de toro y a arrancarle la cornucopia. Entretanto, la nación de naciones sigue de rebajas, para mal de muchos y bien de pocos. Proliferan los saldos, tras el desplome de precios causado por la crisis. España atisba el futuro con ojos japoneses y se vende a los chinos. Valga como paradigma la compra al Banco Santander del emblemático y madrileño Edificio España por el hombre más rico de China, Wang Jianlin, un milmillonario de película que ha hecho fortuna con el ladrillo y el celuloide. Wang pasó hambre de niño durante la Revolución Cultural de Mao, se alistó en el Ejército a los 16 años y a los 32 decidió hacer negocios sin dejar el Partido Comunista. Por eso, ejemplifica a la perfección la evolución de China desde el maoísmo al capitalismo de Estado, sistema que los plutócratas, disfrazados de tecnócratas, está imponiendo, a hambre y dinero, en todo el ‘mundo libre’.
De hecho, a riesgo de que me llamen ‘conspiranoico’, no me parece casual que la adquisición del Edificio España se haya cerrado justo después de que el PP derogara la justicia universal, que, entre otros casos, permitió a un juez español dictar una orden de captura contra dirigentes chinos, incluido el expresidente Jiang Zemin, acusados de tortura y genocidio contra el pueblo tibetano.
Por su parte, el Edificio España simboliza mejor que nada la metamorfosis de la economía nacional desde el desarrollismo neofranquista de los 60 y 70 (otra versión del capitalismo de Estado) hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008. Durante esa larga marcha, España caminó a paso de gigante pero sobre pies de ladrillo, pisando la siempre inestable arena de la playa y bajo un sol de justicia que nos hizo ver espejismos. Así el país dio un gran salto. Mas cuanto mayor es la subida, más dura es la caída. Y el batacazo ha sido de aúpa. El Edificio España, que llegó a ser el más alto de Europa, es una metáfora de ese ascenso y caída. Este rascacielos, que se finalizó en 1953, albergaba hasta 2006 el hotel Crowne Plaza, un centro comercial, apartamentos, viviendas y oficinas. Un año antes fue vendido por la inmobiliaria Metrovacesa al Santander. Ahora está vacío. Sólo conserva intacta su imponente fachada y el vestíbulo, ya que el resto se reformó durante la rehabilitación que se inició en 2007, cuando la bonanza tocaba techo. La obra es mostrada por Víctor Moreno en su documental ‘Edificio España’. El director cuenta que cuando entró a grabar se encontró con algo parecido a los restos de un naufragio, «era como si la gente hubiera huido tras una catástrofe nuclear». Luego conoció a los trabajadores. «Procedían de decenas de países distintos: era una Torre de Babel llena de fraternidad en un momento en que todavía no había llegado la crisis a nuestro país». Tres años después, en 2010, la situación económica había dado un vuelco: los obreros inmigrantes habían regresado a su tierra y, según la OCDE, los más desfavorecidos habían perdido un tercio de sus ingresos y los más pudientes apenas habían visto mermadas sus arcas. Moreno descubre así que sus imágenes «no solo hablan del edificio, sino que testimonian un momento crucial de nuestra historia reciente».
El filme acaba de estrenarse, con 15 meses de retraso, pues fue vetado por el Santander porque podía «afectar a sus operaciones comerciales». La presión popular llevó al todopoderoso Botín a rectificar. Otra metáfora de lo que la ciudadanía puede lograr si marcha unida por su dignidad.
(Publicado en el diario HOY el 23/3/2014)