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El fraude de don Rodrigo

Don Rodrigo Rato ha resultado ser tan honorable como Jordi Pujol y tan fraude como el milagro económico español por el que sacaba pecho. Botín le calificó como «el mejor ministro de Economía que ha tenido la democracia» y le fichó como asesor del Santander, sinecura que aún compatibiliza con otra similar en Telefónica. Porque a don Rodrigo se lo han rifado las grandes corporaciones tras cruzar la puerta giratoria, pese a que el tal milagro resultó ser un truco de charlatán de feria.

Como taumaturgo de las finanzas patrias entre 1996 y 2004, don Rodrigo sembró los vientos de los que hemos recogido tempestades. Infló la burbuja inmobiliaria que nos estalló en la cara hace seis años, liberalizando el suelo y sosteniendo unos tipos de interés reales negativos, al camuflar la inflación con trucos contables como el déficit de tarifa eléctrica, que contuvo artificialmente el precio de la luz haciendo un creciente roto a las arcas del Estado. Ardides que encarecieron la vivienda hasta el infinito y más allá y estimularon la construcción (en España se llegó a iniciar al año más casas que en Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntos), la creación de empleo precario, la corrupción municipal y la especulación. El país dio pasos de gigante, pero de un gigante con pies de ladrillo que se derrumbó al primer soplido del lobo de Wall Street. Por tanto, Zapatero no tiene la culpa de la crisis, sino de no saber atajarla.

A ZP no le cundieron las dos tardes que Jordi Sevilla le enseñó economía. Mas don Rodrigo también se lució. En 2003 negó la burbuja y tampoco vio o quiso ver la crisis que se avecinaba desde una torre de marfil más alta, la dirección del Fondo Monetario (FMI), a la que llegó en 2004 y que abandonó en 2007. Años después de su espantada, el FMI publicó un demoledor informe que deja su gestión a la altura del betún.

Sin embargo, don Rodrigo se doctoró en 2003 con una tesis sobre su gestión como ministro, que bautizó como «círculo virtuoso de la economía española» y que consistía en reducir el gasto público al tiempo que se bajaban los impuestos para lograr un crecimiento acelerado del PIB. Para reducir el gasto, privatizó las joyas de la Corona española, al frente de las cuales Aznar colocó a amigos: Francisco González en Argentaria, Villalonga en Telefónica, Alierta en Tabacalera… Don Josemari puso a otro amiguete, Miguel Blesa, en la presidencia de Caja Madrid, el mejor botón de muestra de que el tal círculo virtuoso acabó siendo vicioso. Rajoy sustituyó a Blesa por don Rodrigo en enero 2010. Este pilotó la fusión con media docena de cajas de la que nació Bankia, que presidió hasta mayo de 2012, cuando dimitió dejando el banco en quiebra. Otra gestión ejemplar que le puede llevar al banquillo. Sus platos rotos y sus excesos, y los de sus compinches, con la tarjeta ‘black’ los estamos pagando todos los españoles. Parece que el doctor Rato no sabía distinguir entre sueldos en B y en A; es comprensible, lleva mucho tiempo en el PP, donde tampoco lo tienen muy claro.

Don Rodrigo no tenía necesidad de meter la mano, pues es rico de cuna. Pero ya se sabe que el dinero llama al dinero. De hecho, el número de ricos, con un patrimonio superior a 790.000 euros ha aumentado un 24% en España durante el último año, el doble que la media mundial, según un informe de Credit Suisse. Así, el 10% más pudiente posee ya el 55% de la riqueza nacional. Esto constata que la crisis ha sido el gran pretexto de los epulones como don Rodrigo para expoliar a los lázaros.

(Publicado el 19/10/2014)

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blog personal del periodista Antonio Chacón Felipe

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