Año nuevo, vida nueva. Enero es el momento de tumbarse en el diván y hacer balance de lo hecho y dejado de hacer en los doce meses anteriores. También es el momento de los buenos propósitos, esos que en diciembre, en su mayor parte, siguen siendo propósitos. En eso anda la izquierda española: tanto la nominal como la emergente y la real.
El PSOE se debate entre matar al padre o el suicidio. Más bien, presenta síntomas propios de la psicosis por wendigo, un trastorno mental que se daba entre las tribus de pieles rojas norteamericanas. Quien la padecía dejaba de comer porque la comida habitual le provocaba náuseas o vómitos, podía sufrir insomnio o alucinaciones y temía que el wendigo (un espíritu) lo poseyera y lo convirtiera en un caníbal. Antes de que esto pasara pedía a su tribu que lo matara. El antropólogo Marvin Harris argumenta que estos episodios responden solo a un sistema de homicidio por prioridad en situaciones ambientales extremas, ya que se usaba el temor al wendigo como justificación para romper el tabú de matar a un compañero. Con ello se conseguía acabar con elementos problemáticos y aumentar las posibilidades de supervivencia del resto del grupo. Los casos de psicosis por wendigo se dan principalmente en hombres que han sufrido fracasos en la caza, sintiéndose abandonados, inútiles y desprovistos de poder.
En Podemos, su amado líder comienza a adolecer del síndrome de Jerusalén. Quien padece esta piscosis es un habitante o turista de Tierra Santa que se cree el Mesías, un profeta o algún personaje bíblico. Hay que recordar que ‘el coletas’ visitó como eurodiputado la ciudad vieja de Jerusalén en septiembre de 2014. Mes y medio después clamó ante una entregada claque aquello de: «El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto», y sus discípulos lo subieron a los altares. Aún no ha logrado asaltar el cielo, pero le ha bastado rozarlo para presentar también síntomas del síndrome de Hybris, más propio de quien lleva demasiado tiempo en el poder. Los afectados suelen mostrarse soberbios, narcisistas, con una exagerada confianza en sí mismos. En su fase más aguda, pierden el contacto con la realidad y se vuelven megalómanos y desconfiados: todos los que se oponen a él o a sus ideas son enemigos que le envidian. La hybris es un concepto griego que puede traducirse como «desmesura», la comete quien alcanza la gloria y borracho de éxito se comporta como un Dios, capaz de cualquier cosa. El castigo a la hybris es la némesis, que baja los humos al individuo y lo devuelve a la realidad a través de un fracaso.
Un baño de realidad es lo que está sufriendo IU tras desplomarse su suelo el 20D. Como Podemos, nació como un movimiento político y social, pero, como Podemos, cada vez fue siendo más político y menos social, más partido y menos movimiento. De la mano de Alberto Garzón ha iniciado la vuelta a sus orígenes. No obstante, corre el riesgo de caer en el síndrome de Cotard, llamado también delirio de negación o el síndrome del muerto viviente. El hipocondríaco paciente cree estar muerto, con sus órganos en putrefacción. Por momentos, se mira en el espejo y no reconoce su rostro: ve un cadáver en su reflejo. Puede llegar a creer que nunca morirá realmente y que será una suerte de zombi el resto de sus días.
(Publicado en el diario HOY el 3/1/2016)