>

Blogs

El Zurdo

El rincón del Zurdo

El secreto del éxito

Por qué siempre logran el éxito majaderos como Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos de Amazon o Donald Trump, que lleva el triunfo por apellido. Es más, pese a su fama de insoportables, negreros y arrogantes sus admiradores son legión.

Jeffrey Pfeffer, profesor en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford, responde a esa cuestión en un artículo de elocuente título, ‘Por qué los gilipollas ganan: el dinero triunfa sobre todo’, publicado en el ‘Journal of Management Studies’. Recalca que cada vez es más común que los grandes empresarios no sean valorados por su contribución al bienestar, la longevidad o la felicidad de los ciudadanos o a la sostenibilidad del planeta. «En su lugar, muchos comportamientos sugieren que al parecer no importa lo que un individuo o una compañía haga a otros seres humanos o al medio ambiente mientras que sean suficientemente ricos y exitosos», advierte.

El dinero es el fin que justifica los medios, la medida de todas las cosas, la llave que abre todas las puertas, una adictiva droga que nos da acceso a todos los paraísos artificiales, la «señal de competencia e importancia» definitiva. Tanto tienes, tanto vales.

¿Y cómo se convirtió el dinero en el único baremo del éxito? Porque, contesta Pfeffer, las escuelas de negocio y la práctica empresarial han pasado a centrarse en la producción de valor para el accionista y el interés propio; en plata, en ganar dinero sea como sea y en fomentar el egoísmo sobre el comunitarismo. Y eso se refleja en el lenguaje económico: las referencias a la felicidad y al bienestar de los trabajadores han sido sustituidas por «cuestiones prácticas de rentabilidad, productividad y eficiencia». El trabajador es visto como un capital o recurso humano; poco importa su dignidad. Ya no se habla de los efectos de los recortes en la población, sino de «consecuencias económicas y costes».

Pfeffer añade cinco mecanismos que nos llevan a aceptar lo inaceptable, «los comportamientos dañinos e inmorales» de los gilipollas que triunfan a costa de otros.

El primero es indentificarnos con las figuras del éxito; eso eleva nuestro estatus, al pasar a formar parte de su círculo de amigos y seguidores.

El segundo es creer que el mundo es justo y se autorregula, que, tarde o temprano, a cada cerdo le llega su San Martín; si alguien ha llegado tan lejos es porque se lo merece y sus rasgos negativos son menos relevantes que los positivos. No lo cita Pfeffer, pero, en ‘La ética protestante y el espíritu del capitalismo’ (1905), Max Weber atribuyó el origen de ese pensamiento a la creencia calvinista en que el hombre de éxito es un elegido de Dios, está predestinado a la salvación eterna.

El tercer mecanismo es justificar el dudoso comportamiento del cabrón con quien hacemos negocios o nos vemos obligado a tratar porque nos da de comer.

El cuarto es la tendencia del ser humano a infravalorar la información que no encaja con su visión del mundo y asumir sólo la que refuerza sus ideas. Por tanto, «es inconsistente pensar que una persona, por una parte, se comporta de manera terrible y, por la otra, ha conseguido un increíble éxito financiero o de otro tipo».

El último mecanismo es juzgar a las personas a partir de sus resultados: si alguien triunfa damos por hecho que es muy listo o trabajador.

En fin, parafraseando al poeta Ramón de Campoamor, en este mundo traidor, nadie es bueno ni malo, todo es según el valor del dinero de quien se mira.

(Publicado en el diario HOY el 7/2/2016)

Temas

blog personal del periodista Antonio Chacón Felipe

Sobre el autor


febrero 2016
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
29