Cuando volví, Rajoy todavía estaba allí. Me fui de vacaciones tras las elecciones del 26J, que cambiaron algo para que todo siga igual mes y medio después. Seguimos descompuestos y sin gobierno, con el dinosaurio de don Mariano deshojando la margarita sobre un campo de estiércol, el seductor Albert Rivera haciéndose el estrecho, el apuesto Pedro Sánchez como el perro del hortelano, mientras sus barones le siegan la hierba bajo los pies, y el mentalista Pablo Iglesias tumbado en el diván psicoanalizando las causas freudianas de su gatillazo en las urnas, pese a su matrimonio de conveniencia con el bueno de Alberto Garzón.
Nuestros líderes se comportan como Bill Murray en la película ‘Atrapado en el tiempo’; su arrogancia y su egoísmo les condenan, y nos condenan, a vivir el mismo día de la marmota una y otra vez. El film se puede ver como una plasmación cómica de la idea estoica del eterno retorno, retomada por Nietzsche, y, por ende, como una reinterpretación del mito de Sísifo, que Albert Camus utilizó como metáfora de lo absurdo de nuestra existencia, de lo inútil del esfuerzo humano.
Camus plantea: «No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía». Y si nuestra vida es tan fútil y estamos condenados a repetirla eternamente, ¿qué alternativa hay al suicidio?, se pregunta Camus.
La respuesta de Nietzsche es elegir y obrar de modo que si uno tuviera que volver a vivir toda su vida, lo hiciera sin temor. El filósofo alemán enseña que el hombre se transformará en el superhombre cuando viva sin miedo. El superhombre no teme el eterno retorno, ya que ha sido capaz de crear una vida tan intensa y genial que repetirla infinitas veces le parece maravilloso.
El personaje de Murray intenta aprovechar la información que obtiene cada vez que repite el mismo día para enamorar a su compañera de trabajo. Pero es rechazado día tras día y decide suicidarse al no ver sentido a su vida. Tras matarse varias veces, despierta al mismo día siguiente. Entonces se da cuenta de que puede corregir sus errores, desarrollar nuevas habilidades y mejorar su vida ayudando a los demás. Logra así salir de ese eterno retorno aprendiendo a amar y a colaborar.
El eterno retorno alude a una concepción circular o cíclica de la historia propia de las filosofías orientales que influye en autores occidentales como Giambattista Vico, cuya filosofía de la historia se basa en la idea de ciclos que se van perfeccionando, retornando eternamente hasta alcanzar la forma perfecta tras muchas fases erróneas. En este sentido, la historia más que circular es una espiral creciente que crea nuevos elementos. Según Vico, la historia repite tres edades sucesivas: la edad divina o de la infancia, que es teocrática y sacerdotal; la heroica o de la juventud, ganada por la arbitrariedad y la violencia; y la humana o de la madurez, que es razonable y moderada.
Siguiendo a Vico, me temo que España deberá pasar por unas terceras elecciones generales para alcanzar la estabilidad. No obstante, no hay que verlo como un desastre. El desastre sería no poder votar, no tener la oportunidad de enmendar nuestro error de elegir a unos incompetentes.
(Publicado en el diario HOY el 7/8/2016)