Ha comenzado el curso con la comunidad educativa soliviantada por las reválidas, una de las medidas más polémicas de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce). No obstante, su implantación definitiva está en el aire no tanto por el rechazo que causa entre padres, alumnos, profesores y todos los partidos, salvo el PP, como por la interinidad del Gobierno, que tiene las manos atadas para desbloquearlas.
Las reválidas son unas pruebas externas que deben aprobar los alumnos al finalizar 4º de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y 2º de Bachillerato para obtener sendos títulos. El que suspenda la de Bachillerato, que sustituye a la selectividad, no podrá acceder la Universidad, sólo a la Formación Profesional (FP) de Grado Medio o Superior. El que no apruebe la de ESO pasará a la nueva FP Básica, convertida en un contenedor de malos estudiantes, aunque podrán presentarse de nuevo a la evaluación final para graduarse en Secundaria.
Dice la Lomce en su preámbulo que «los principales objetivos que persigue son reducir la tasa de abandono temprano de la educación, mejorar los resultados educativos de acuerdo con criterios internacionales, tanto en la tasa comparativa de alumnos y alumnas excelentes, como en la de titulados en ESO, mejorar la empleabilidad, y estimular el espíritu emprendedor de los estudiantes».
La realidad es que España es uno de los países de la UE donde más ha aumentado en los últimos diez años el porcentaje de jóvenes entre 20 y 24 años que ni estudia ni trabaja (ninis). En concreto, nueve puntos, hasta el 22,2%. En cambio, entre 2008 y 2015, durante la crisis, la tasa de abandono escolar temprano –jóvenes que dejan de estudiar al acabar la ESO– se ha reducido desde el 31,9% al 20%. Sin embargo, se ha disparado entre los chicos de las familias más pobres, en muchos casos, de minorías étnicas u origen extranjero: el 43% de ellos abandona prematuramente sus estudios, según un informe de Save The Children. En consecuencia, «el actual sistema educativo no da las mismas oportunidades a todos los niños y acentúa las desigualdades sociales», según la ONG, que también advierte que los «amplios recortes» en educación han repercutido «especialmente» en los estudiantes en peor situación socioeconómica y que la Lomce puede agravar la «segregación educativa». Como dice el director de un centro entrevistado por la ONG: «Esto es como si un hospital no atendiera enfermos graves porque se van a morir y solo tratase resfriados. Los resultados escolares van a mejorar, pero a costa de dejar en la cuneta a miles de chavales».
Por su parte, Sugata Mitra, profesor de la Universidad de Newcastle y creador de un revolucionario método educativo, aboga por el fin de los exámenes como instrumento de evaluación porque son percibidos por los estudiantes «como una amenaza y, por tanto, la creatividad se bloquea». Mitra cree que el actual sistema educativo se basa en un modelo que se diseñó hace 300 años, en la era de los imperios, cuando los gobiernos formaban ciudadanos idénticos para que funcionasen en cualquier punta del planeta. Justo lo que parece pretender el Gobierno del PP a través de la Lomce, pues esta contribuye a perpetuar un sistema selectivo, segregador y clasista, que, a través de la criba de las reválidas, busca separar el polvo de la paja, el buen estudiante del malo, la mano de obra de los cerebros, el ‘Homo faber’ del ‘sapiens’.
(Publicado en el diario HOY el 25 de septiembre de 2016)