“El día en que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”, dijo Alfonso Guerra tras ganar el PSOE por goleada las elecciones de 1982. Y lo mismo podría haber repetido Rajoy el 20-N, porque en tiempo récord está removiendo los cimientos de aquella nueva España que empezó a levantarse tras el susto del 23-F, el día que Tejero entró en el Congreso como un ‘elefante blanco’ en un cacharrería y el Rey se convirtió en héroe nacional. Treinta años después, Rajoy está demoliendo, piedra a piedra, ese ruinoso edificio, en lugar de rehabilitarlo, y en un momento en que el Rey, de un trompazo, ha pasado de héroe a villano por culpa de otro elefante que casi se lo lleva por delante cuando emulaba a John Huston durante el rodaje de ‘La reina de África’.
Esta España que se está deconstruyendo tampoco la conocerá ni la madre que la parió, pero quizás sí le suene a la abuela. Hijos míos, no es por desanimaros, pero la vida es muy cara y aún lo será más, y encima tendréis menos. Pedir a los Reyes Magos que os regalen una hucha de cerdito y, en cuanto podáis, si alguna vez podéis, empezar a llenarla para pagaros la universidad, las medicinas, la jubilación… Ni se os ocurra meter los ahorros en el banco, que es como un agujero negro. Papi, pero dice el presi que solo nos está pidiendo un “pequeño esfuerzo” de “unos pocos euros al mes” para sostener la sanidad y la educación públicas. Unos pocos euros que, dice la presidenta de Aragón, Rudi, equivalen a seis periódicos -ya estamos matando al mensajero- o, según el consejero de Salud manchego, Echániz, a cuatro cafés. Sí, sí, pero tacita a tacita nos están dejando más secos que la mojama. Y a los bares y editores de diarios les va a hacer mucha gracia seguir perdiendo clientes y verse abocados a echar a más gente o a cerrar.
Volviendo a Guerra. De sí mismo llegó a decir que era el cocinero que preparaba los platos que después Felipe González servía en la mesa. Los de Rajoy son el amargo De Guindos y el agrio Montoro, quienes no hay día que no nos den la comida en el Telediario al son de Antonio Molina: “Cocinero, cocinero enciende bien la candela / y prepara con esmero un arroz con habichuelas / cocinero, cocinero aprovecha la ocasión / que el futuro es muy oscuro, / que el futuro es muy oscuro, / ayyyyyyy, trabajando en el carbón. // Cocinando me doy una maña / que no hay en España quien guise mejor / y con gracia preparo al momento / un buen condimento que está superior / sin pensarlo de repente / yo me guiso un arroz con fideos / que el señor más exigente (señora, en este caso, Ángela), / que el señor más exigente tiene que chuparse los dedos // Cocinero, cocinero… // Si guisando se apaga el hornillo / me canto un tanguillo llevando a torsión / y por arte de birlibirloque sin un palitroque / se enciende el fogón / y a ahorrativo no me gana porque guiso la mar de barato / y me paso la semana / y me paso la semana con agua y bicarbonato”. Con esta carta de ajuste, apaga y vámonos a Argentina (bueno, allí no que igual la momia de Evita nos expropia la vida después de que Mariano nos quitara la bolsa). Total, a la tele pública independiente le quedan dos telediarios.
(Publicado en el diario HOY el 22/4/2012)