El Rey advirtió hace unos días en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos (Suiza) que la Carta Magna no es un mero adorno, sino un pilar clave de la convivencia democrática y recalcó: «La Constitución y las leyes se cumplen». Era un nuevo aviso para navegantes independentistas, aunque bien harían en aplicarse el cuento Mariano Rajoy y el PP.
Al señor presidente se le llena la boca con las sacrosantas palabras Constitución y Ley cuando es la bandería de Puigdemont y Junqueras la que se las pasa por el arco del triunfo, pero escurre el bulto y pone cara de palo cuando se les afea lo mismo a su Gobierno y su partido.
Así, si se le cuestiona que no haga más por obligar a las empresas a equiparar el sueldo de ambos sexos, no tiene empacho en replicar cortante: «No nos metamos en eso». Da igual que hasta el propio Ministerio de Empleo destaque en su web que «el derecho a la igualdad salarial y a la no discriminación retributiva entre mujeres y hombres es un derecho reconocido expresamente en la Constitución Española (artículo 35.1), en la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo (artículo 5) y en el Estatuto de los Trabajadores (artículo 28)». Y no solo eso, también la legislación europea reconoce esa igualdad retributiva como un «derecho y principio fundamental». Es más, hasta un informe del Foro de Davos, que reúne anualmente a los titiriteros del planeta, alerta de que España, aunque ha mejorado, aún suspende en esa materia.
Pero no nos metamos en eso. Tampoco nos metamos en el fangoso tema de la corrupción, por Dios, por la patria y el Rey. Da igual que el ex número dos de los populares valencianos Ricardo Costa haya reconocido ante el juez que su partido se financió con dinero negro y pagó en B las campañas electorales de 2007 y 2008, incluidos mítines en los que participó el candidato Rajoy. Da igual que Costa haya señalado como la ‘x’ de la Gürtel en Valencia a su antiguo jefe, Francisco Camps, y que don Mariano, que le debe el puesto porque su apadrinamiento fue decisivo en el duelo con Esperanza Aguirre, haya salido en defensa del expresidente valenciano, como en su día puso la mano en el fuego por el condenado Jaume Matas. Y es que, como dice el ínclito gallego, una persona que dirige una gran organización no puede ser «responsable de todo lo que hacen sus miembros». ¿Y no tiene si quiera responsabilidad política? ¡Anda ya!, no nos metamos en eso.
Aquí los únicos que incumplen la Ley son los separatistas catalanes y contra ellos cabe, incluso, incumplir la Ley y aplicarles la Ley (del embudo) de forma «preventiva o hipotética». Porque todo hombre de bien sabe que Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría son capaces de predecir los delitos antes de que se cometan, como los tres mutantes ‘precognitivos’ de ‘Minority Report’. Que sí hombre, que sí, que los del Consejo de Estado no tienen ni idea.
Ya lo advirtió Maquiavelo en ‘El Príncipe’: «Un príncipe que en todo quiera hacer profesión de ser bueno, cuando está rodeado de gentes que no lo son, no puede menos de caminar hacia su ruina. Es, pues, necesario que un príncipe que desea mantenerse, aprenda a no ser siempre bueno, sino a ser lo que exijan las circunstancias». En fin, todo vale para conservar el poder, y si no vale, no nos metamos en eso.
(Publicado en el diario HOY el 28 de enero de 2018)