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Beatriz Acosta

El tragaluz ibérico

Monumentos de pura belleza

¿Un monumento a una ciudad?
Una joya.

Carácter. Propiedad y personalidad. Estado puro. Imponente y formidable. Respeto y admiración. Presencia. Belleza… En resolución, esto es un ‘suma y sigue’ de signos de puntuación, con afán de separar y unir, al mismo tiempo, la pasión de grandes escenarios de ciudades españolas. Belleza, lindeza o hermosura, da igual el sinónimo, pues de igual contenido, es aquí el mayor atributo de todos. Ella, que parece tan efímera, pero es completamente palpable con el paso de los años para estas joyas. El escritor argentino, Jorge Luis Borges, nos da el empujón para comprenderla. ‘La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica‘. Su prólogo en “Biblioteca personal” nos descubre que, a falta de ser descifrado, es un misterio perfecto y poco importa su traducción. Admirarlo y cuidarlo resulta ser una ecuación impecable.

Ciudades españolas serán los intérpretes en esta obra, de arte. Porque construcciones de valor artístico, arqueológico o histórico, hay en cientos de rincones que bien podrían ser elegidos. Pero las metrópolis han sido el resultado de un juego al azar. La franja norte con Santiago de Compostela, Barcelona, Mallorca y Zaragoza, para ir descendiendo con Segovia, Madrid y Mérida, y rematar por el sur de la mano de Córdoba, Sevilla y Granada. Una decena, de diamantes.

¡Cómo iba a faltar Santiago de Compostela! Símbolo indiscutible de rutas y peregrinos. El de Santiago se convirtió en el camino para adorar al apóstol allá por el siglo XII, y es a partir de entonces cuando se convierte en la principal vía de penetración de ideas, gentes de lo más variada, productos… Siendo la guía más importante la procedente de Francia, entrando a la península por Roncesvalles, conociendo Pamplona, Logroño, Burgos y León, y accediendo a Galicia por O Cebreiro. Este es el punto de partida para la cuenta atrás, para enfrentarse al monumento que nos lleva hasta la capital gallega. La Catedral de Santiago, Patrimonio de la Humanidad desde 1985, de esos lugares que encienden los sentimientos, ponen los vellos de punta y generan una ilusión ferviente. Por su fachada septentrional es su obligado acceso para presenciar el romántico Pórtico de la Gloria, obra cumbre del Maestro Mateo; el peregrino debe iniciar el ritual posando su mano en el parteluz, en el árbol genealógico del Mesías y en concreto en la imagen de David con su lira, fácilmente localizable por la oquedad que ha dejado el culto de miles de peregrinos. En la cara opuesta del parteluz habrán de darse unos golpes en la cabeza de la estatua del maestro Mateo, pues así transmitirá su sabiduría. Siguiente paso con el que sorprendernos es descender a la cripta para contemplar las reliquias del apóstol, y subir a la iglesia para abrazar la imagen de Santiago el Mayor. Un encanto conocerla: la catedral es un tesoro muy vivo que buen lugar siendo nuestra primera joya aquí. Y por supuesto, una vez concluido el viaje, estamos dispuestos para visitar y conocer los tesoros que contiene la ciudad compostelana.

De extremo a extremo: Barcelona. De bimilenaria historia y profundos orígenes. Fue creciendo sin perder su identidad, hasta llegar a ser la más cosmopolita de las ciudades del Mediterráneo. Se extiende entre las dos altas colinas el Montjüic y el Tibidabo, excelsos miradores naturales desde los que observa la extraordinaria polis marítima, desde su antiguo puerto, antes fortificado, a las modernas creaciones como la Ciudad Olímpica. Este es el marco, y la maravilla es su santa e interminable Sagrada Familia. Interminable por su majestuosidad, y por inacabada presencia, obra de larga duración desde 1882. Más allá de la Diagonal, la emblemática sobresale con garbo. De nombre completo, Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, es Patrimonio de la Humanidad desde el 2005, y diseñada por el arquitecto Antoni Gaudí. Obra maestra, en mayúsculas, y la máxima de toda la arquitectura modernista catalana. Desde sus inicios fue una improvisación, una construcción que se modificaba a medida que avanzaba; siendo la perfecta innovación la de diseñar elevadas torres cónicas circulares que sobresalen apuntadas sobre los portales, y que se van estrechando con la altura. Una vez terminada, se contarán 18 torres: cuatro en cada una de las tres fachadas. Hay que reseñar, y admirar, que tras la muerte en 1926 de Gaudí, solo se había construido una torre, pero el proyecto prosiguió, hasta nuestros días, donde el trabajo y el esfuerzo es una realidad. Un día entero sería idóneo para descifrar su belleza, y conseguir hacerse con todos sus recovecos. Chapó.

Un avión rumbo a Mallorca. Es así como Palma se hace nuestra. Una ciudad de remotos orígenes, enclave privilegiado, comercial y cosmopolita desde hace siglos, volcado al mar y del tamaño ideal para una capital media, que constituye una síntesis armoniosa entre el pasado y el presente, entre la tradición y las nuevas tendencias. El viajero de hoy en día, como el de años atrás, al acercarse a la isla es guiado por la silueta singular de su Catedral, La Seu, célebre porque se refleja en las aguas del puerto, multiplicando así su belleza. Las recientes reformas urbanísticas y la construcción del Parc de la Mar han recuperado este efecto. Erigida sobre una antigua mezquita, su construcción comenzó en el siglo XIV y se prolongó a lo largo de dos centurias más. El templo tiene una planta basilical con tres naves flanqueadas por capillas y una gran capilla real en el ábside. Posee tres portadas, la Mayor, a los pies de la Seu; la de la Almoina, por la que se accede al edificio; y el portal del Mirador, orientado a la bahía. Al exterior tiene un puntiagudo perfil y guarda en su interior abundantes obras de arte. En el lado meridional de la catedral, está situado el Palacio Episcopal y junto a él el Museo Diocesano; y frente a ella, se erige otro edificio significativo en Palma, la Almudaina, alcázar islámico levantado sobre las antiguas murallas de época romana. Sin duda, su presencia y alrededores la hacen enorme…

De vuelta a la península…Zaragoza nos recibe con los brazos abiertos y con una inmensidad por Basílica: El Pilar. Nombre y apellidos: La Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Y fiel a ella, su Plaza del Pilar. La construcción de este grandioso templo se inició a finales del siglo XVII. Lo más relevante del edificio es el templete con el camarín, el coro con su sillería y la cúpula decorada con frescos de Francisco de Goya. Pero el exterior y su panorámica… pero qué arte, qué complejo de historia tan espectacular. De la mano, no se te puede escapar la Plaza de César Augusto, donde se encuentra San Juan de los Panetes, iglesia barroca, próxima al arrabal y sobre los terrenos del antiguo alcázar musulmán. Luce un airoso campanario y en su lateral permanecen todavía los restos de la muralla romana de Cesar augusta y el llamado torreón de la Zuda. Hablamos de una localización en el extremo occidental de la Plaza del Pilar. Aunque, verdaderamente, se trata de un conjunto monumental donde entran en juego las ruinas de las antiguas murallas romanas, la basílica, el Ayuntamiento, la lonja y la Seo.

Continuamos el viaje por tierra segovianas, dotadas de una rica arquitectura popular, cañadas reales y hoces profundas donde no faltan monumentos de categoría del acueducto, la catedral y el alcázar. Y éste último, es de rechupete. El Alcázar, con un perfil alzado sobre un cerro en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores. Adornado de ocres y azules propios de la sierra. Su bienvenida no es desperdicio, de cuidados jardines. Visitas en este otoño en horario de 10:00 18:00 horas, además podrás reservar tu entrada en la página web. Un apunte, y es que el cerco de murallas que rodea la ciudad, con un perímetro de más de 3.000 metros, nace y muere en el Alcázar, por lo que te verás rodeado por ellas en tu visita, como una parte más del encuentro con su antigüedad. Domina la llanura castellana, por la que hay que pasear para contemplarlo desde distintos ángulos y apreciar así su belleza. Es como un palacio de cuento, con sus pasadizos secretos y unos cuantos misterios.

La monumentalidad de Madrid, nos roba por un ratito. Es difícil decisión la de escoger un solo tesoro, pero tras mucho recorrido, el Palacio Real sale vencedor. En el Madrid de los Borbones, bajo el gobierno de Felipe V, se encuentra esta construcción de arquitectura civil. Levantado en el mismo lugar que ocupara el antiguo alcázar de los Austrias, destruido por un incendio. El diseño del edificio corrió a cargo del arquitecto Filippo Juvara, aunque posteriormente se adjudicó la obra al también italiano Giovanni Battista Sachetti, que modificó ligeramente los planos de su antecesor. La construcción comenzó en 1737, siendo el primer inquilino real Carlos III. Hablamos de una planta cuadrangular en todo el Palacio, estructurada en torno a un patio central. Todos los salones y piezas del edificio albergan notables obras de arte de diversos periodos y estilos artísticos. Historia y majestuosidad es lo que se respira en él. Y no olvidar sus alrededores de cuento, bien sea por los jardines en la Plaza de Oriente o por los perfectos Jardines de Sabatini. Una estampa maravillosa.

Emérita Augusta, imprescindible. Gran dulzura al nombrarla. LA capital en mayúsculas de Extremadura. A través de ella palpamos historia de siglos atrás, y que invita al viajero a descubrir la huella de Roma por cada extremo. Porque Mérida es todavía, en muchos sentidos, la gran Emérita del primer Milenio. Y sobre todo, alberga tal cantidad de tesoros monumentales que no tiene rival en el mundo que atestigüe la forma de vida de los antiguos romanos. Atravesada por el río Guadiana y el río Albarregas. Su conjunto arqueológico fue declarado por la UNESCO, en 1993, Patrimonio de la Humanidad. Con un clima bastante envidiable. Es bien sabido que no pueden quedar pendientes visitas como: Teatro romano, Anfiteatro, Circo romano, Acueducto de los Milagros, Templo de Diana, Arco de Trajano; y sin lugar a dudas, no podemos abandonarla sin pasar por el Museo Arqueológico, cuyo edificio es obra de Rafael Moneo. Un claro ejemplo de cómo una ciudad no se resigna a vivir de las glorias del pasado, y fundamental para conocer una excelente colección de objetos de época romana. Pero de todo este entramado histórico, a título personal el Teatro Romano es capaz de todo y más… Hablamos de una construcción en los años 16 a 15 a. C., ahí es nada. Y lo más importante, desde 1933 alberga el Festival de Teatro Clásico de Mérida, con lo que recupera su función original. Digno de admirar.

Andalucía es lo que nos queda, con tres de sus retoños.

La primera en avanzar es Córdoba, y La Mezquita, con nombre y apellidos La Catedral de la Asunción de Nuestra Señor. Patrimonio Cultural de la Humanidad, monumento de la arquitectura andalusí con más importancia junto a la Alhambra de Granada. Hoy, es la tercera mezquita más grande del mundo en superficie, después de la Mezquita de la Meca y de la Mezquita Azul en Estambul. La Puerta del Perdón se abre a la Catedral, de estilo mudéjar; entrar por ella es sinónimo de ilusión, aparece un patio inundado de naranjos y palmeras donde el sol choca con la cima de éstas. Es El Patio de los Naranjos que conserva buena parte de su aspecto original en tiempo del Califato. Por otra parte, La Puerta de Las Palmas, para adentrarse en la Mezquita, un bosque de 1.300 columnas de mármol, jaspe y granito con 365 arcos de herradura bicolores. Construida entre los siglos VIII y X, asentada sobre una primitiva iglesia y reconvertida en catedral tras la reconquista, hablamos así del principal legado árabe que existe en la ciudad. Está orientada hacia el sur, con aspecto exterior en forma de fortaleza que esconde un majestuoso conjunto de 11 naves longitudinales y 12 transversales, y más de 1.000 columnas de procedencia diversa. Y en sus alrededores, podrás disfrutar del barrio de la Judería, ¡quién pudiera perderse por él!, por sus calles estrechas y sinuosas, de casas encaladas, con numerosas tiendas de recuerdos y artesanía, de bares y restaurantes…

Y Sevilla no nos hace esperar más… Protagonista y testigo de tal escenario es la Catedral de Santa María de la Sede. Es también Bien de Valor Universal Excepcional. Su construcción comenzó en 1433 sobre la antigua Mezquita Aljama, y en pie mantiene una potente imagen de estilo gótico, siendo así la catedral con mayor superficie del mundo. Su exterior es tremendo pero lo que de verdad lo es, es su interior. Cinco naves que aguardan diversas capillas, y en cuyo conjunto se encuentra el cuerpo del navegante Cristóbal Colón y el del Rey Fernando III de Castilla. De su exterior, observamos cuatro fachadas diferenciadas por su situación norte, sur… y es en la norte donde se encuentra la Puerta de la Concepción que se abre al patio de los Naranjos. Desde éste, podrás tener el control del templo y sin duda, mirada hacia arriba para toparte con la grande, la Giralda. Es la torre y el campanario de la Catedral, con una altura de 104 metros, haciéndola visible desde gran parte de la ciudad. Por supuesto, no ha de faltar la subida a la misma, por 35 rampas bien anchas y un tramo final de 17 escalones para acceder al nivel de las campanas desde donde ver Sevilla en una perspectiva adorable.

Granada, tierra soñada. Ya lo decía la canción. La ciudad nazarí, cabeza del último reino musulmán en la península, está situada dentro del ángulo formado por los ríos Genil y Darro. Contemplada desde el Albaizín, las cumbres de Sierra Nevada parecen integrarse en el casco urbano, mientras que desde el Generalife la población se divisa inmersa en una amplia vega. En cualquier caso, Granada es una capital eminentemente monumental cuya magia ha inspirado inolvidables páginas literarias. La Alhambra: su indudable tesoro. Al-Qal’a al-hamra, en su nombre completo, que significa ‘el castillo rojo’, es un grandioso conjunto cívico-militar que constituye la obra arquitectónica de dicho estilo de mayor envergadura. La ausencia de unidad que en ella se aprecia, lejos de construir un desdoro, se ha convertido en una más de sus bellezas. Su aspecto es de un romántico laberinto donde el agua se torna en uno de los factores más atractivos. Destacan por su embrujo el patio de Comares, el cuarto de los Leones, y la sala de los Abencerrajes.

Monumentos que no debes perder de vista. Ni de ningún otro sentido.
España, a través de la historia, del arte y de la arquitectura.

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Sobre el autor

Madrileña y extremeña: un 'dos en uno' inseparable. Periodista y dirección hotelera. Con mil ojos en el mundo del turismo para dar a conocer lo mejor de aquí y de allá. Música para vivir con más intensidad. Sonrisa, siempre. Ganas e ilusión, también. Twitter:@beibaf


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