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Beatriz Acosta

El tragaluz ibérico

Trece hogares rústicos muy cálidos

Hace frío sin ti, pero se vive.
Roque Dalton

El calor de una chimenea. El desorden de sus llamas. El olor a leña. El movimiento improvisado del fuego. El roce de la calidez sobre la piel. Embelesarte ante su ventana. Hogar al prender su ilusión. El invierno ahí afuera. Espejo donde iluminar los rostros. Su ambiente siempre tranquilo. Rodearla para halagar su abrazo. Abrazo en forma de calor. A tu vera. Deseosa del frío para acapararnos. Protagonista en Navidad. Ella, que ya depierta pasiones en muchas casas. Ella.

Así nos trasladamos hasta la máxima potencia del otoño-invierno que ya es evidente. Esa máxima es el perfecto cobijo bajo la nieve, y el resguardo de las heladas temperaturas que hacen vacío a su interior. Con nombre y apellido: Casa Rural. Apetecible y acogedora. Rústica en su carácter. Naturaleza y tranquilidad, su exterior. Pueblos encantados de darle abrigo. Regiones, dueñas de su belleza. Son casas rurales o de significación similar. Una España llena de rincones hermosos fuera de las ciudades, para conocer el silencio de los árboles en invierno, donde lo rústico se torna único. Y, por supuesto, donde la chimenea es un haz de luz.

Pellizcando de norte a sur: así es como sacamos a relucir mágicos hogares que ansían ser tu viaje en los próximos meses. Una exquisita selección, como ya es costumbre, de personal adjudicación y admiración. Y siempre alterable. Es Galicia la primera en desfilar, para dar paso a pueblecitos de Cantabria, Barcelona, Mallorca y Castellón; adentrarnos en la península con Segovia, Ávila, Madrid y Extremadura de la mano de Cáceres y Badajoz; y marchar al sur con Almería y Málaga, hasta rebozarnos en la arena de Gran Canaria. No pueden darse cita las demás, pero una riquísima representación de 13 casonas harán un buen papel. Y desde luego que el 13 no hará honor a la mala suerte. En forma de casitas, haciendas, palacetes, casonas u hospederías. Así se presentan estos 13 cobijos ibéricos.

Los gallegos de la comarca de Betanzos nos introducen en un pueblo costero, la mar de bonito. En la Ría de Betanzos se sitúa Miño. Las playas son su verdadero poder, aunque en este tiempo frío lo que mejor sabe hacer es aportar silencio e intensificar lo verde del paisaje. Su Playa Grande es todo un espectáculo, a pesar de no dejarse pisar descalzos, en este invierno helado. Casagrande Fontao nos recibe. De aspecto sólido, la casona del siglo XVII domina el valle desde un alto y destaca por su galería y gruesos muros de piedra. Varios balconcillos de un tono rojo original, abren puntos de luz en sus fachadas. Espacios amplios con suelos de madera, paredes encaladas y enormes vigas de madera de castaño en la estructura. El ambiente en el interior es sumamente cálido y acogedor, existen agradables rincones para entregarse a la lectura. Las habitaciones ofrecen espacios diferentes y de edredón de plumón para un buen descanso. Sin duda este hogar es, por fuera y por dentro, el mejor marco de naturaleza de montaña y mar que puedes disfrutar en Galicia. Calma, paz y silencio.

Siguiendo el hilo costero, hacemos parada en Cantabria. Encontramos un pueblecito, que hace gala de su diminutivo, por su pequeña extensión: Toñanes. Lo ensalzan sus alrededores y su ubicación en Alfoz de Lloredo, municipio principal. A muy poquitos pasos de Santander podemos disfrutar de maravillosos acantilados que fulminan las olas en su trayecto y se funden con las nubes bajas, muy frecuentes en la zona. Casona Palación de Toñanes nos da la bienvenida con una estampa preciosa, donde no puede predominar más el verde y su gama cromática. La nobleza de los orígenes de esta antigua casona, construída en el siglo XVIII, marca el carácter familiar del hotel. Decoración clásica, colores relajantes y detalles que dejan ver la estructura de piedra. Rodeada de un jardín muy mimado. En su despertar, un desayuno muy cálido con rica fruta, zumos naturales o dulces tradicionales. Es una tremenda recomendación. Lápiz y papel, porque no debes fallar a su cita algún día.

Casi hasta el otro extremo norte hay que llegar para conocer San Julián de Vilatorta, en Barcelona. Un pueblo, en su denominación catalana Sant Julià de Vilatorta, en la comarca de Osona, una zona ideal para el senderismo. Mas Albereda es la estrella en esta ocasión. Una magnífica masía catalana de 1337 que fue creciendo hasta nuestros días con aplomo. El conjunto arquitectónico es una preciosa herencia. En las habitaciones, madera y suelos únicos, y detalles como chocolates, una cama inmensa o la iluminación ideal. Cuenta con una piscina climatizada para el invierno, que invita completamente al descanso. Cada rincón es calidad, calidez y vanguardia. Instalada perfectamente en un entorno rural que lo ha visto nacer.

Por mar o aire, para alcanzar el siguiente destino. Mallorca, en general, y Santa María del Camino, en particular. Un escenario tranquilo que nos lleva a disfrutar de tal estado en Torrent Fals. Así es su nombre, una pequeña propiedad rural dedicada a la producción vitícola. En su reforma, se han respetado los rasgos esenciales de la arquitectura comarcal. Para cada habitación se ha creado un ambiente y una decoración diferentes y desde todas ellas se puede disfrutar de vistas eternas a sus instalaciones y a las montañas de la sierra de Tramuntana. Jardín, piscina y viñedo: un conjunto especial. Identidad propia de la zona, por la decoración interiorista, y así lo definen ellos: espacios diáfanos, paredes de piedra desnuda alternadas con otras encaladas y con arcos murales, viguerí de madera, solería de barro… Y un mobiliario sobrio y rotundo, justo en el lugar en que tiene que estar. Hotel campestre en plena isla balear, de gran calidad ambiental y estética.

Rústico, rústico, rústico. Con esta premisa volvemos a la península para conocer Vilafamés en Castellón. Concretamente, nos desplazamos a la comarca de la Plana Alta. Goza de un privilegio, que a su vez resta calor a la estancia rural, y es que es de inviernos suaves. Dicha estancia es la casa El Jardín Vertical, que parte de la premisa citada. Una construcción del siglo XVI levantada con la piedra roja de rodeno. La casa está en uno de los lugares más antiguos del pueblo, residencia de artistas y soñadores, y se alza a más de doce metros sobre la línea de la muralla de la ciudad medieval, constituyendo así un balcón privilegiado sobre un horizonte que abarca la sierra y el campo de almendros, olivos y encinas. Anchas paredes de piedra, espacios muy agradables, de decoración minimalista con tonalidades cálidas y de tejas en sus paredes. Luces ténues en algunos rincones, que aspiran a ser lo mejor de tu alojamiento.

Hacia el interior para adentrarnos en Segovia. Una villa medieval amurallada nos da la bienvenida: Pedraza, cuya remodelación hizo que le declarasen como Conjunto Histórico en 1951. Su castillo y la plaza mayor merecen una visita sosegada. Uno de los encantos del pueblo se produce a comienzos del mes de julio cuando, curiosamente, es adornado con miles de velas, se apagan las luces de las calles y se cierran muchas ventanas para iluminar toda Pedraza con la llama de las velas. Es un marco incomparable. De igual consideración es la Hospedería de Santo Domingo: el edificio ocupa una casa noble de tres siglos de antigüedad. Su arquitectura ha sido respetada totalmente para quedar integrado en el entorno de la villa medieval. Combina lo tradicional con lo medieval, y es así como transmite sus valores de paz y calma. Las habitaciones están muy personalizadas y equipadas al detalle, además de tener bonitas vistas, algunas de ellas a la Sierra de Guadarrama. Pero es junto a su chimenea del salón donde harás el mayor descanso de todos.

Hermana de Segovia, por comunidad y frontera: Ávila, es la séptima en discordia. Y Navalonguilla, el pueblo, escenario de la atenta mirada rural. Está anclado en el Parque Regional Sierra de Gredos y comprende todo el curso alto de la Garganta de los Caballeros. De poca extensión, pero la imprescindible para albergar una hermosura como El Remanso de Gredos. Remanso de paz, desde luego. La zona es un bello paraje de extensos prados, bosques, ríos y gargantas que compiten con la belleza montañosa. La casa está revestida de piedra, con una esfera muy íntima y serena que hace de nuestra estancia una muy agradable. Una decoración de colores teja, vistosas cortinas, dormitorios personalizados…Y cómo no, en el invierno puro, la chimenea es la coronación de la perfección de la calidez que se respira en todo el hotel.

Santorcaz en la Comunidad de Madrid. En el punto central de la península para conocer este pueblo de La Alcarria de Alcalá, en la Comarca de Alcalá. Continúa en la línea de pueblos pequeños, con su encanto de antigüedad e historia, y donde deberás visitar el castillo de Torremocha: un conjunto fortificado de la villa, en el que destacan también las siete torres defensivas de la muralla. Entre el valle del Henares y la Alcarria, para más ímpetu, se encuentra La Casona de Éboli, llena de ilusión y buen gusto. Parece de cuento. El edificio tiene su historia, y en él se respira ese sabor a casa, como dicen ellos. Gran esmero en todo su interior. Tan sólo cinco habitaciones darán descanso a los huéspedes, lo que aporta un mimo y un cuidado absoluto. Como en casa, sin duda.

Es el turno de Extremadura, que no viene mal acompañada. Cáceres y Badajoz, ambas provincias, nos desvelan dos secretos escondidos en pueblecitos con mucho encanto. Torremenga de la Vera, en la transición de las vegas del Tiétar y la sierra de Gredos. Un lugar que invita al paseo aunque lo verdaderamente bonito es el hotel El Turcal. Un aspecto vanguardista donde la transparencia y la limpieza se apropian del espacio. Un auténtico lujo en las pequeñas cosas. En su interior, muros de piedra, forjados de madera, suelos de cristal…una armonía perfecta. Dos grandes chimeneas y cómodos sofás para tu relax. Y un patio con alberca en el interior, y en el exterior un amplio jardín con piscina para otras épocas del año. Lo mejorcito para disfrutar de la comarca de la Vera. En la provincia de Badajoz, cerca de Zafra y Feria, nos topamos con La Parra, perteneciente a la comarca de Zafra-Río Bodión. Entre sus vecinos te sentirás como en casa, sólo sus calles te transportarán a un descanso ansiado. Y serán ellos mismos los que te conduzcan hasta nuestro destino: la Hospederia Convento de la Parra. Vuelve a sacar lápiz y papel para anotar tal maravilla, porque no has de faltar a su hogar. Conserva en buena parte rasgos del convento que fue, como un claustro en su interior, y se recrea con unas vistas espectaculares. Blanco puro y claridad es lo que destaca en su decoración y estilo. Serenidad, simpleza, antigüedad, y donde la luz del sol brilla por dos. Es el reflejo de un lugar para olvidar.

Muy muy pequeñito, así se define este destino: Agua amarga. En Almería, es una villa del municipio de Níjar, situada dentro del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar. Este privilegio, le otorga gran turismo y una autenticidad palpable. Famosa también por su Playa de Agua Amarga. En este paraje, encontramos una casita teñida de blanco y entre lo más verde de la naturaleza: La Almendra y El Gitano. Un establecimiento lleno de magia y fantasía, donde se mezclan estilos y culturas. En ella, el silencio impera, y donde el buen gusto ha sido plasmado con plena certeza. Moderno y elegante es su interior, de habitaciones preciosas con una decoración muy particular. No habrá mayor silencio que el que rodea esta morada. Aislada del mundanal ruido.

Aún nos queda este punto, antes de marchar de Andalucía. Lo hacemos de la mano de Málaga y su, no tan pequeño, pueblo llamado Gaucín. Al oeste de la provincia, en el Valle del Genal, en la comarca de la Serranía de Ronda. Se caracteriza por un paisaje de alcornoques, encinas y bosques de pinos, o castaños y acebuches, además de sus huertas y casas rurales junto a la variada vegetación de sus riberas. Y precisamente, como casa rural, llega la Hacienda la Herriza: tiene aires de cortijo serrano, con 17 suites y habitaciones amplias y luminosas, con mucha clase. Chimenea, imprescindible, presente en estas fechas. Un buen refugio para el que busca naturaleza virgen y aire andaluz.

13. Ese número muchas veces desdichado es para Arucas, en Gran Canaria. Por supuesto, sin designar tal desventura a este pueblo. Decir de este canarión que protege un patrimonio histórico-artístico representado por la iglesia de San Juan Bautista, una casi-catedral. Una población asentada sobre un valle, y muy famoso su ron miel. Y en ella, encontrarás la Hacienda del Buen Suceso. Ubicada en el corazón de una finca platanera, la más antigua de Canarias. Es un hotel rural que guarda todo el esplendor de una hacienda. Conserva la arquitectura colonial, desde la cual podemos observar una exótica panorámica de montañas, plataneras y una reserva de palmeras. Goza de una zona de jacuzzi, baño turco y piscina climatizada, además de habitaciones llenas de detalles decorativos y un estilo propio con techos de madera y camas con dosel. El placer de lo natural, como bien dicen en la Hacienda.

Arrópate de este frío.
Con el mimo de estos cálidos hogares.

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Sobre el autor

Madrileña y extremeña: un 'dos en uno' inseparable. Periodista y dirección hotelera. Con mil ojos en el mundo del turismo para dar a conocer lo mejor de aquí y de allá. Música para vivir con más intensidad. Sonrisa, siempre. Ganas e ilusión, también. Twitter:@beibaf


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