Aprendí que el valor no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él.
Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que se sobrepone a él.
Buenas noches, Nelson Mandela.
Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza. Jean-Jacques Rousseau, el escritor y filósofo suizo, nos deshace así en ilusiones, para observar como nunca esa parte natural y palpable, propia de España. Sinónimos bien distintos; esencia por su condición adjetiva, temperamento por su posición personal, tierra por ser parte del universo, y constitución por la cuestión física de cada uno. Pero no hay mayor símil de naturaleza para este momento: el de creación, en una España que respira y que se enorgullece de su esplendor interior.
Uno la querrá para sí mismo, pero soltemos esa avaricia. Soltémosla para hacernos cómplices todos de su entereza. A todo color es ella, en la que cualquier pintor utilizó la gama completa de su paleta. Verde sobre azul es su juego de dos preferido; el verde tiñendo ciudades y escondites, y el azul recortando tejados y cimas. Comienza así un nuevo azar.
El azar de conocer España desde su color más natural. Una perspectiva de lujo. El poder de la naturaleza en forma de Parque Nacional o Natural. Son ocho los elegidos, con un orden de Sur a Norte, porque alterar lo habitual no está de más. De sur a norte, por calentarnos primero y sobrellevar el invierno frío en el final. De sur a norte, para que el frío nos termine robando la sensibilidad al hablar, por dejarnos sin aliento. El frío como el mejor desenlace. Pero sea cual sea tu orden, todos los Parques se harán dueños del carácter y del disfrute personal. De ellos, evidente el encanto, el sueño por vivir, el cuidado entre sus huellas, el mimo por seguir creciendo, el paso del tiempo, el despertar entre las nubes. A ello, sumamos el buen dormir y el buen comer, para hacer de la estancia una rematadamente tentadora.
Parque Nacional, una categoría de aúpa para los afortunados. Es el área protegida que goza de un estatus legal que permite conservar la riqueza de su flora y fauna, propia de una región determinada y con un interés científico específico. Una calificación excepcional a la naturaleza, que junto a otros espacios naturales nos premian aquí y ahora.
Desde el sur más auténtico, con un nombre especial, da “el do de pecho” el Timanfaya. Forma el ecosistema más original de España, no en vano es un auténtico recién nacido, aunque la tierra que habita nació en 1730. Situado en el sector centro-occidental de la isla de Lanzarote, ocupa poco más de 5.000 hectáreas y permite observar cómo la vida empieza a colonizar una tierra surgida de la profundidad del planeta. Un Parque en bruto es lo que más reclama, en una isla de volcanes. Fue creado por decreto-ley en 1974 y reclasificado en 1981. Los municipios que aguardan este parque nacido del fuego son Yaiza y Tinajo. Y es que de esta maravilla no podemos olvidar nada, y mucho menos a su dueña Lanzarote. Esa que es un museo volcánico en sí misma, y el parque de Timanfaya es su más joven y mejor representación. Lo que hace siglos fue un suceso explosivo, se ha convertido en una exposición al natural, tanto del poder destructor como del creador del relieve terrestre. Para hospedarnos, a un ratito en coche, el hotel Hesperia Lanzarote, una forma de estar sin estar en la isla; y en cuestión del buen comer, el Restaurante Amura en Puerto Calero, muy blanco y especial; y Restaurante La Bodega de Uga. Ambos ofrecen tremenda gastronomía lanzaroteña (o conejera).
De un salto a la Península, bajando la temperatura, nos paramos entre Huelva, Sevilla y Cádiz, aunque estar en tres sitios a la vez parece imposible…nada más lejos. El Parque Nacional de Doñana es la clave. Dando “guerra” desde 1969, es Patrimonio de la Humanidad, una llanura por donde serpentean extensas marismas, ondulada por dunas, y repleta de una fauna tan variada como frágil. La joya de la ecología europea, ahí es nada. Encoje entre sus cotos, rodeados de Atlántico y del Guadalquivir, una rica fauna. Personales sus marismas, donde no se puede ver mejor postal que la que dan las bandadas de flamencos reposando en ellas. Es el país de la arena, pues posee un sistema de dunas entre el mar y las marismas, y donde la flora se encuentra con el difícil reto de crecer entre la arena. De esta contienda, nace un lugar con un paisaje de grandes contrastes. Para integrarte en Doñana una buena opción de descanso es el Gran Hotel del Coto, un cuatro estrellas en plena playa y repleto de jardines. Pero también podrás vivir la experiencia del parque en un hotel más pequeñito y muy acogedor: Doñana Blues, de catorce habitaciones, con un jardín precioso y un mimo auténtico.
Escalando, adentrándonos en Castilla-La Mancha, y más en profundidad en Ciudad Real y Toledo. El turno de Cabañeros. Desde 1995, más tardío, y colmado con el título adjunto de Zona de Especial de Protección para Aves y un Lugar de Importancia Comunitaria. Una espectacular llanura encajonada entre dos sierras. Integrado en el complejo de los Montes de Toledo. El gran atractivo del parque es que, aún con el paso de los siglos, su flora y fauna se ha mantenido inalterable prácticamente. El paisaje más característico es el del bosque adehesado en un terreno llano, incluso en muchas ocasiones le han llamado “el Serenguetti español”. Nos podremos hospedar en muchas Casas Rurales muy típicas de la zona, aunque una buena recomendación (a una hora aproximadamente) es el hotel Villa Nazules, de aire muy moderno, con un espacio relajante en su Spa; además podrás comer en su restaurante Mar de Olivos.
A una altura similar en la distancia, nos desplazamos hacia la izquierda para toparnos con Cáceres y su Monfragüe querido. El trazo del Tajo y su confluencia con el Tiétar constituyen la imponente presencia del parque. Con un paisaje de sierras que se coronan con agujas rocosas y entre sus escondrijos se encuentran la antigua ermita, múltiples cuevas con pinturas rupestres, y un castillo de origen árabe. Es el gran abrigo verde que bien podría protegernos de fuertes vientos. La envidia de la naturaleza. Localizado íntegramente en Cáceres, y cuya columna vertebral está dividida en una flora en solana y en umbría, con microclimas variados. Desde luego que el contraste está servido. Para seguir disfrutando del paraje, podrás quedarte en el hotel Hospedería del Parque de Monfragüe, también con un buen restaurante, El Paraíso de los Sentidos. Muy, muy, muy apetecible.
Nos introducimos en la franja norte. Las bajas temperaturas, el hielo, la nieve, y las chimeneas en los hogares. Hasta el extremo Este de la península, en Cataluña: el Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de Sant Maurici. De un aspecto muy distinto a los anteriores, por el clima, se entiende. Es como de cuento, y de los preferidos. Aunque ubicamos los idílicos paisajes alpinos fuera de territorio español, lo cierto es que la belleza de este parque en la zona oriental de los Pirineos catalanes, es equiparable a cualquiera de ellos. Una magnificencia en forma de molde rocoso, macizos, valles altos de ríos y cascadas, y de cientos de lagos. Como tal, en 1955 y reclasificado en 1988, es calificado también como Zona de Especial Protección para Aves. En el norte de la provincia de Lleida, reúne la mayor concentración de lagos de origen glaciar de la península. Una extensión de alrededor de 10.000 hectáreas le poseen. Enclavado en las comarcas de la Alta Ribagorza y el Pallars de Sobirá. Una escena que goza de mucha agua y de innumerables picos de 3.000 metros. Te espera Hostal Pey en el pueblecito de Bohí, al lado de Taüll, y muy cerca también del parque. Con carácter, precioso y con un aire rústico, adecuado a la montaña. Pequeñito y muy muy acogedor.
En dirección Oeste, Huesca es la culpable. Culpable pero inocente. Lugar que acoge a Ordesa y Monte Perdido. De un vistazo, es puro asombro por la riqueza de un ecosistema siempre cambiante. Es cumbre natural del Pirineo oscense y Reserva de la Biosfera del Programa MAB (UNESCO), destila su pasado geológico e historia en cada uno de sus escenarios. Entre elevados valles y cañones, el paisaje se compone a partes iguales de frondosa vegetación y espectaculares fotografías acuáticas. Desde 1918, está caracterizado por una orografía accidentada, en la que abundan desniveles por donde el curso de las aguas forman hermosas cascadas. Paradisíaca es su frondosidad, sierras labradas de bosque, impredecible posición la de sus montañas. Un paisaje irregular que te deja boquiabierto. Aquí podremos comer, pero habrá que desplazarse hasta su dueña: Huesca. Si continúas la ruta por ella, podrás hacer darle el placer al paladar en un buen restaurante: Lillas Pastia, especializado en cocina de autor con trufa. Y para dormir, La Posada de la Luna, construída alrededor de una parte de la muralla de la ciudad, con aire moderno en su interior, muy pequeñito y elegante.
Éste, deja huella. Y si no lo creéis, lo haréis. Cumbres, bosques, prados con una HISTORIA en mayúsculas. Enorme su personalidad y de naturaleza estremecedora… los Picos de Europa. Un caos de profundas gargantas. En el corazón de la cordillera Cantábrica, fue el primer espacio natural protegido en España. Tres macizos lo conforman, y su densidad hace que la visita por este vasto y bello territorio se convierta en necesaria. Es el punto de encuentro perfecto entre Asturias, Cantabria y Castilla y León. Actualmente, es el segundo espacio más extenso de la red de Parques Nacionales, y el único que divide su superficie entre varias comunidades. Es grandiosidad por lo que se le conoce. Sobre todo son sus grutas cavadas en la
piedra caliza las que le dan un aire caprichoso a sus formas. Dibujos insospechados en las rocas que te acompañan el paso, propias del tiempo y de la acción erosiva del agua. Para poder comer, nos desplazamos en coche a Arriondas (Asturias), un pueblo a una hora aproximadamente, donde se encuentra el Restaurante El Corral del Indianu, un local que transmite paz, es precioso, y su carta de esencia asturiana destila platos perfectamente presentados.
Queridos amantes de la geografía, de lo natural del paisaje…esto se acaba y no hay otra forma de hacerlo. Hasta la punta contraria: Galicia. Se abre ante nosotros un Parque Natural, que se ofrece como representación de tantos otros que no poseen la categoría máxima de lo Nacional. Las Islas Cíes. Un atractivo y singular archipiélago, compuesto por tres pequeñas islas, más algunos islotes, repletos de arenales, dunas, peñascos y acantilados de rocas con vistas al Atlántico. Dentro se encuentra este último protagonista, un frágil y complejo ecosistema. Un archipiélago con acuario natural que corona la ría de Vigo. Concretamente, las islas de San Martiño del Faro y de Monte Agudo forman el parque. El acceso es restringido a sus playas y acantilados en ciertos meses del año. La fotografía desde el mar, en el camino hacia este paraíso, es perfecta. Como aseguraban algunos escritores romanos, son tierras flotantes frente a la costa sur gallega o más aún: las islas de los dioses. La propuesta hotelera es una casa rural en Aldán (Pontevedra), desde donde marchar a Cangas (10 minutos en coche) y coger un ferry hacia Las Islas Cíes: Casa Rural Cova Da Balea. Con vistas al océano Atlántico, ofrece pura tranquilidad, muy sencilla a la vez que muy completa.
La Naturaleza es sabia, y el hombre, por mucho que lo intente, no podrá nunca superarla. No nos queda otra que sumarnos a ella y ser cómplices de su belleza.
Oscar Wilde nos da la clave para este final.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante…
…es justo lo que sucede cuando vives el instante de encontrarte en los puntos más afortunados de la naturaleza.