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Beatriz Acosta

El tragaluz ibérico

Un juego de quince pueblos

La vida es un juego donde gana el que más disfruta

Aunque…no siempre en el juego hay que ganar. De hecho, Jorge Luis Borges lo tradujo así: “yo creo que habría que inventar un juego en el que nadie ganara“. La felicidad y el placer de jugar es sólo eso, jugar.

Y valga la redundancia -juguetona-, pero es imposible hacer un sólo -juego- de pueblos; pues grandes o pequeños, bien merecen ser vistos alguna vez. Deben formar parte de una lista de obligaciones a cumplir sin fecha de caducidad. Con el objetivo de ser recuerdos toda una vida. Ya se sabe que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y tal para cual, el pueblo es el mejor amigo del hombre. Un tesoro. O como reseñaba Isócrates, “una colección de bellas máximas es un tesoro más apreciable que las riquezas“. No hay riqueza que gane un pulso a éstas, nuestras maravillas en España.

Locura de Sur a Norte, por azar. Una criba que buen quebradero supone. Boli y papel en mano para dibujar los mejores secretos de viajes pasados, dispuestos a sufrir por el descarte. Decisión con fundamento. Fotografías en la memoria que exigen una recomendación eterna. Los 15 de la niña bonita. No más, por ajustarse a una selección teñida de especialidad y calidad. No menos, por lo complicado del asunto. Más o menos pueblos, desentonarían en este encuentro. 15 bellezas que se complementan con las otras tantas de anteriores capítulos. Gran problema de entre los 19.000 pueblos de España, aproximadamente. Con permiso de los no presentes, allá va la atrevida distinción.

Primero. Se lanza a la palestra el gaditano Arcos de la Frontera. A 85km de Cádiz, y con un porte bastante alto, se encuentra esta villa, a cuyos pies discurre el río Guadalete. Destaca en la lejanía por el blanco radiante de sus casas y sus fértiles huertas, una estampa puramente andaluza. Casco antiguo declarado Monumento Histórico-Artístico. A destacar su iglesia de Santa María de la Asunción, de tremenda fachada, y la de San Pedro, cuya torre se alza con su estilo renacentista y elegante sobre una arquitectura andaluza 100%. Se encuentra entre la Campiña Jerezana y la Serranía. Un pueblazo, con ‘AZO’ merecido.

Del extremo sur, subimos a Extremadura. Un segundo, pero no segundón: Jerez de los Caballeros. Dueña es Badajoz, de sus calles empedradas, fachadas de cal y estuco, tejados rojos de teja árabe y de esbeltos campanarios. Grande y gran espíritu de la tierra. Construído por tartesos, fenicios, romanos, visigodos y árabes…todo ello ha hecho de él un completo Conjunto Histórico-Artístico. En Sierra del Sur, importante su iglesia de Santa María de la Encarnación, aunque otras bellezas merecen tiempo en el casco antiguo, como la muralla o el castillo templario. Un pueblo en forma de ciudad.

Y de extremos sigue la cuenta. En el Este de la Península encontramos Guadalest, en Alicante. Aunque su presentación oficial es El Castell de Guadalest. En la comarca de la Marina Baja se cobija este pueblecito, con un encanto propio. Tan pequeño pero tan vital. Fundamental su existencia, dada principalmente por su pintoresco castillo que domina todo el valle de Guadalest. Y precisamente el río con el mismo nombre atraviesa el corazón del municipio que se recoge en el pantano, muy bonita su estampa desde lo alto. Los castelludos, como se hacen llamar, son alrededor de 200, y cuidan de un pueblo muy especial.

En barco, un viaje hasta Mallorca. Isla vecina con unas playas envidiables. Acoge en la comarca de la Sierra de Tramontana, Deià o Deyá. Muy pequeñito, sobre una colina y rodeado de valle. Con fantásticos miradores al mar, puestas de sol increíbles. A tan sólo 28 km de Palma, lo que le da una mayor importancia por la ubicación. Lo mejor, recorrerlo a pie, descansar entre sus paisajes y preparar la cámara para imágenes de postal.

De vuelta a la Península y a Extremadura, Robledillo de Gata. En la provincia de Cáceres tiene un hueco este pueblito bueno. De esos con más encanto del que a primera vista desprende. Declarado Bien de Interés Cultural, y con razón. Rural, de calles empinadas, angostas y sinuosas, algunas de ellas transcurren bajo pasadizos o casas voladas, formando pequeños túneles. Luces y sombras para visitar su iglesia y patear toda su extensión. Los roblillejos son pocos y bien sabrán cuidar tu estancia. Rica miel la que traman.

El sexto puesto: Patones de Arriba. Madrid se hace protagonista gracias a este premio de pueblo. Se desliga de Patones de Abajo en esta ocasión. Un lugar subido en la montaña al nordeste de la Comunidad. Tiene un encanto especial. Con un tipo de arquitectura rural que emplea la pizarra, roca muy abundante en la zona. Es de esos sitios en los que has de echar a andar para toparte con la historia y el paso del tiempo. Rural de pura cepa. Muy turístico y es pueblo, pueblo, pueblo.

Y de uno pequeñito a uno tremendo. Calahorra en La Rioja tenía que ser descubierto aquí. En la Rioja Baja, y considerada ciudad por su extensión. Conserva el título de pueblo pues su crecimiento no ha abandonado el sentimiento como tal. Destaca su catedral, con la impresionante torre mandada construir por el cardenal Cisneros. Sin olvidarnos del palacio episcopal, al lado de la catedral, y el convento de las monjas carmelitas descalzas. Religión e historia en tu visita. El calagurritano en la Calagurris Nassica Iulia de la época romana, y de la que mantiene altiva su magnificencia.

El número ocho para Aínsa. Se encuentra en Huesca, en la comarca de Sobrarbe. Un conjunto de geografía e historia, ambas máximas se dan de la mano en Aínsa, hasta el punto de que la arquitectura de la ciudad parece una continuación de la labor de la naturaleza a la que acentúa y resalta. De sabor medieval y con ello, más próxima al pasado que al presente. Parte de éste, está ocupado por el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Y cómo no, por su clara distribución medieval, el casco histórico de Aínsa está declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Subimos un peldaño más. Llegamos a Cantabria, y a 117km de Santander encontramos Potes. Vaya planta. Es capital de la comarca de Liébana. De ésta, precisamente, dicen los cántabros que no hay zona en Europa con más montañas que ella. Por lo que Potes se rodea de volúmenes incansables. Con sabor a Reconquista y a monasterios, tierras del románico de los Beatos. Fue parte de Asturias y Castilla, y siempre ha recibido en cualquiera de sus formas, todo tipo de elogios y admiraciones. El corazón del pueblo está en el Ayuntamiento, situado en La Torre del Infantado. La villa muestra su nobleza en recias casas solariegas, con grandes portones y escudos. Destacan las torres de Orejón de La Lama y la de La Canal. Potes, como nombre, significa puente, y mucho tiene que ver en la construcción e historia que aguarda.

¡10! Allá vamos con el décimo. Santillana del Mar, el premio gordo de la costa occidental de Cantabria. Muy conocido como la villa de las tres mentiras: ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Declarada conjunto histórico-artístico. Y como acompañamiento, tiene en sus inmediaciones la cueva de Altamira, Patrimonio de la Humanidad. Tiene una espectacular ubicación, y con un exterior precioso. En el interior, el casco histórico no defrauda, está formado por construcciones homogéneas de piedra, en su mayor parte de los siglos XIV al XVIII. Edificios destacados como Casa de los Valdivieso, Palacio de Velarde o de las Arenas y la Colegiata de Santa Juliana. Buen lugar para unas buenas anchoas de Santoña o el rico sobao pasiego.

Superando la barrera de la década, en el 11, alcanzamos Galicia con Betanzos. Concretamente, A Coruña es su provincia. Villa marinera por excelencia, pero también conjunto señorial presente en la solera de sus casas nobles y pazos. Cuenta con bellas iglesias de estilo gótico, entre las que destaca San Francisco. También es relevante el templo de Santiago, muy representativo. Calles empedradas, plazas con soportales, cafés con aire romántico, varias puertas de la antigua muralla y casonas con solera…todo ello proporciona una personalidad única a Betanzos. Personalidad propia de pueblos con tesón.

De un municipio marinero a otro. En la provincia de Vizcaya, Mundaca. Situado en la margen izquierda de la desembocadura de la ría de Mundaca. A 44km de Bilbao. Importante su iglesia románica de Santa María y la de Santa Catalina. Además, digno de ver el Palacio Larringa. Su localización es puramente natural, en el extremo norte de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Posee dos excepcionales miradores en el alto de Portuondo y en la atalaya del pueblo, desde los que se pueden apreciar los arenales y la desembocadura de la ría de Mundaca, y es punto de partida del sendero que remonta la ría hasta Guernica. No te lo puedes perder.

Hondarribia en el País Vasco. Un pueblo mucho más ciudad. En la provincia de Guipúzcoa, en la desembocadura del río Bidasoa, que hace de frontera natural con Hendaya (Francia). Y especialmente situado en la orilla oeste de la Bahía de Txingudi. Hay que reseñar el Palacio de Zuloaga, en el casco histórico, gran parte pertenece al siglo XVIII. Espectaculares y coloridas casas en el barrio del Puerto o de la Marina. Éste, el antiguo arrabal de la Magdalena, que estaba situado extramuros, tradicional barrio de pescadores. Magnífico.

El número dos, empezando por abajo de esta lista: Besalú. No abandonamos el norte, que nos ha atraído por más tiempo. En la comarca de La Garrocha, en la provincia de Gerona. Arquitectura medieval, ésa es su máxima. La imagen que más recuerdos nos ofrecen es la de su puente románico-gótico, bajo el que corre el río Fluvià. Pero no se queda ahí, pues Besalú conserva en sus calles todo el espíritu de la España romántica. En pocos pueblos se mantienen tan bien las coordenadas urbano-arquitectónicas de la Edad Media. Cualquier rincón de la villa ofrece una estampa que transporta a tiempos pasados.

Llegados a este punto, un número 15 tan grande y potente como Cadaqués. Sin abandonar la provincia de Gerona, en la comarca del Alto Ampurdán, se encuentra este municipio, el más oriental de la Península Ibérica, y ocupa la mayor parte de la costa de levante del macizo del cabo de Creus. Su nombre tiene un origen especial, es “Cap de Quers”, que se traduce por ‘Cabo de rocas’. Fundamental, la Casa Museo Salvador Dalí y Parque Natural del cabo de Creus. Teñido de blanco, su panorámica es única. Enamora.

Fin a un juego de 15 para satisfacer al viajero. Porque es maravilloso vivirlos. Porque gracias a ellos, la vida es vida…

La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento
Will Smith. Hitch, 2005.

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El tragaluz ibérico

Sobre el autor

Madrileña y extremeña: un 'dos en uno' inseparable. Periodista y dirección hotelera. Con mil ojos en el mundo del turismo para dar a conocer lo mejor de aquí y de allá. Música para vivir con más intensidad. Sonrisa, siempre. Ganas e ilusión, también. Twitter:@beibaf


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