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Beatriz Acosta

El tragaluz ibérico

De camino a la tierra de los cerezos

En un beso, sabrás todo lo que he callado.
Pablo Neruda

Desnudando la felicidad. Uno a uno.

Un beso. Un recuerdo. Un sueño. Una joya. Un rincón favorito. Un viaje. Una sorpresa. Un disfrute caminarla. Una tierra grande. Un lugar para no olvidar. Un ‘te quiero’. Un ‘para siempre’. Un abrazo. Un respiro al andar. Un soplo de aire. Un haz de luz. Un sentimiento. Un olor que no se olvida. Una canción llena de momentos. Un amor. Una historia. Un secreto. Una sonrisa. Un cruce de dedos. Un escalofrío. Una mirada. Un cosquilleo. Un final feliz. Un día de sol. Un salto de alegría. Un aplauso. Una confesión. Un trazo fuerte. Un amanecer. Un silencio. Un momento de paz. Un todo.

Eso es Extremadura. Pura emoción.

Grande pero acogedora. De rica gastronomía e incansables paisajes. La primavera le ofrece su mejor color, uno muy floral y gratificante. LLena de cerezos en flor. Una de las mejores épocas para pisar sus tierras. Por su extensión, hay que recortar el mapa, y acotar el camino…para llevarnos de una sóla vez su sabor en el bolsillo, pero sabiendo que se dejan atrás otros tantos aromas.

Compañera de Portugal y hermana de Salamanca, Ávila, Huelva, Sevilla y Córdoba, además de Toledo y Ciudad Real. Si hablamos de puertas para adentro, cuida de Cáceres y de Badajoz, siendo ambas las dos provincias más extensas de España; y una tercera inquilina es Mérida, como la capital, y reconocida antiguamente como Augusta Emerita. También acoge los ríos Tajo y Guadiana: clave para su producción agrícola, de una gran calidad.

Como habitual consumidora de sus carreteras y conocedora de sus pueblos, resulta complicado hacer una única ruta por Extremadura de principio a fin. Siendo así, la elección será la de un paseo corto pero abundante, donde rebosarán tus expectativas, con seguridad. No por menos cantidad, será mediocre. Te acercarás a los extremeños en una estación primaveral, con pocas lluvias y de calor agradable.

Demos comienzo con una reserva en Llano Tineo, en Villanueva de la Vera. Un buen lugar para empezar a acostumbrarte al paladar extremeño. Es también un hotel, por si tu camino ha sido largo, podrás hospedarte entre algodones. Para ello habrás entrado en la Comarca de La Vera, concretamente en la citada villa. Se encuentra en la provincia de Cáceres, y forma parte de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, muy cerca a su vez del Parque Regional de Sierra de Gredos. Este municipio es conocido por sus gargantas y belleza natural, gracias a ello tiene pozas que sirven como piscinas o saltos naturales dignos de ver, como es el caso de la Cascada del Diablo y el Chorro de la Ventera. Los partochos o más reconocidos villanovenses, tienen en su interior la plaza de Aniceto Marinas, de forma pentagonal; y dando el paseo oportuno, verás sus calles estrechas y de suelo empedrado, con casas de madera y piedra. Un típico pueblo extremeño, que invita a patearlo.

De mayor población, y a escasos 25 kilómetros de éste, llegamos a Jarandilla de la Vera. Muy importante su ubicación pues está en el cruce de caminos entre Jaraíz de la Vera, Losar de la Vera y Navalmoral de la Mata. Éstos, unos municipios que a su paso podrás visitar pues no abandonan el sentido de nuestra ruta. Pero nuestro camino continúa. En Jarandilla de la Vera se desnuda la mezcla de la tierra y del agua. Sobre todo el agua cristalina constituye una parte fundamental del paisaje, pues la rodean 2 gargantas: Jaranda y Jarandilleja. Además, 12 fuentes habitan sus calles. Y como punto final, el Castillo Palacio de los Condes de Oropesa, o también conocido entre los turistas como el Parador de Carlos V, es una fortaleza convertida hoy en hotel, muy conservado, pero fue residencia del emperador en el siglo XVI.

En 10 minutos en coche, dejando atrás este histórico lugar, Guijo de Santa Bárbara se hace con nosotros. Muy pequeño, de alrededor de 400 habitantes. Una visita express en esta guía, con la que disfrutarás de unas vistas desde la sierra, desde la altura de este pueblecito. Tan rural y propio de la Sierra de Gredos, que es un punto exquisito que no debe faltar.

Con algo más de trayecto, aproximadamente una hora al volante, sigue las indicaciones para Plasencia. Una pequeña ciudad, con la que ya no sólo estaremos en La Vera, sino que nos adentramos en un conjunto de comarcas: El Valle del Jerte, Tierras de Granadilla y El Valle del Alagón. También podemos llamarla Perla del Valle. El placentino te recibe como en tu casa, en un fondo de postal lleno de encinares, alcornocales, pastizales y vegetación de ribera.

Su casco antiguo gira en torno a la Plaza Mayor y al Palacio Municipal. El Ayuntamiento posee en uno de los laterales la Cárcel Antigua, que fue construida en el siglo XVII y presenta una fachada de sillería. Algunas de sus calles llevan el nombre de las puertas principales de la ciudad a la que desembocan, siendo frecuente a su vez que éstas tomen el nombre de la ciudad a la que se orientan: calle y puerta de Trujillo, de Coria o de Talavera. De corte religioso, guarda entre sus rincones dos catedrales, la Vieja o Iglesia de Santa María y la Nueva de un estilo renacentista. Sigue tu visita por el Palacio de los Marqueses de Mirabel: la casa mayorazgo de los Zúñiga, donde lo más bonito y peculiar es el patio central de modelo italiano, con una armonía atípica en su arquitectura. Acude a la oficina de turismo de Plasencia y hazte con un mapa porque no has de escaparte ni una.

Organízate para la hora de comer. El Restaurante Viña La Mazuela nos abre sus puertas. Amplio y acogedor, de productos de la zona, de calidad, tanto para tapear como para degustar los platos en cualquiera de sus salones. Abriendo el apetito con el imprescindible jamón ibérico de bellota, las carnes rojas de Retinto, los guisos, y una buena repostería. También el Restaurante Succo es una tremenda opción. Muy moderno, buenísima presentación y degustarás comida de aquí y de allí. Un todoterreno.

Hervás, la última parada guiada. Una villa que no se aleja más de 40 minutos de Plasencia, hacia el norte. Muy conocida por La Judería, conjunto de edificaciones de la época, conservadas en su mayoría tal y como fueron originalmente, las cuales se pueden encontrar en la zona baja de Hervás. Es conjunto histórico-artístico, y es que pasear por sus calles es sumergirse en una época pasada aunque muy viva y real. Con callejuelas estrechas, pasadizos y costosas cuestas, formadas por casas de madera y teja. Un pueblo de rincones irrepetibles. Es nuestro punto final. Y como broche a un gran día, sin salirnos de Hervás, daremos rienda suelta al paladar y al descanso. En la cena, el Restaurante Nardi, con productos de cada temporada y con un toque propio de la nueva cocina. Podrás rematar el día en la Hospedería Valle de Ambroz, un majestuoso edificio rehabilitado como hotel con todas sus comodidades.

Démosle un final (aún más) feliz a esta historia: El Valle del Jerte. Aquí: rienda suelta a la imaginación para descubrir la tierra del los cerezos, que ya comenzó a dar sus frutos.

Un poco de imaginación para descubrir lo más hermoso. Imaginación, para seguir viviendo.

El lenguaje y la imaginación no pueden ser aprisionados.
Salman Rushdie

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El tragaluz ibérico

Sobre el autor

Madrileña y extremeña: un 'dos en uno' inseparable. Periodista y dirección hotelera. Con mil ojos en el mundo del turismo para dar a conocer lo mejor de aquí y de allá. Música para vivir con más intensidad. Sonrisa, siempre. Ganas e ilusión, también. Twitter:@beibaf


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