RODAMOS los dos sobre la moqueta en un abrazo apasionado. Yo tiemblo igual que una hoja estremecida por un huracán de deseo; él, con su voz profunda y viril, me dice Ven, y me insiste: ¡Ven! —¡Ya voy!, les grito a mis cinco hijos, que no paran de llamarme a voces. Dejo caer el libro y voy a ver qué necesitan. ¿Y qué van a necesitar? Cinco tortillas francesas, diez mediaciones en disputas infantiles, quince Acabaos de una vez la cena y a la cama. Mientras, mis dos amantes se enfrían en la moqueta, como las últimas cincuenta veces. Cincuenta intentos imposibles, cincuenta sueños inconciliables.