CAMPANADAS, piquito, brindis con sidra… y de repente cae al suelo tan cadáver ya como un elefante en Botsuana. La mole se desploma y espachurra a su canija compañera, cuyos pulmones, obstruidos por un tabaquismo terco y feroz, apenas exhalan un gemido de socorro mientras disfruta de la rara felicidad de morir con el año viejo y aplastada por el hombre de su vida, el estúpido gordo barrigón que tantas veces había ignorado sus amorosos ruegos de que hiciera algo ¡De una p… vez por adelgazar! El mismo gordinflón que con infinita ternura siempre le respondía ¡Cuando tú hagas algo por dejar de fumar!