EL OGRO Tierra abre la boca, lo arranca de los dedos descarnados de su padre y lo quiere engullir hasta los intestinos de la muerte. Pero la fuerza grave de la Gravedad se enternece y poco a poco se reclina el pozo riguroso para parecerse a la pendiente suave de su tobogán preferido del parque infantil. El monstruo Vértigo se convierte en cosquillas en su barriguilla, y la mano blanda del Dios que se hace verdad cuando es de verdad necesario lo recoge y lo deposita con dulzura en la cuna de algodón donde solo las pesadillas mueren. Y llorando sus padres le cantan la nana del susto que ya pasó.