FUE JUBILARSE y ponerse a escribir como loco para conjurar el miedo al abismo. Anécdotas, recuerdos… le salió un ladrillo de mil páginas. Pero quiso tirar del fondo de sus vanaglorias y pagarse la edición de cien ejemplares que regaló entre los amigos, todos extremeños. Lo cual, según la Federación de Editores, significa que no lo leerán ni la mitad. Y si aceptamos que el auténtico lector es quien de verdad se recrea y disfruta con la lectura, ni la mitad de la mitad. Pobre jubilado, tanto esfuerzo para descubrir que los extremeños no leemos. Menos mal que tú perteneces a la otra mitad, ¿no?… ¿Hola?