A ELADIO los ahorros no le dan para viajes. Tendrá que conformarse con ver cómo trabajan los demás mientras él recorre las calles de una ciudad casi vacía. En el quiosco lo para en seco un rótulo que anuncia con desdén: «Cerrado por vacaciones». Lo mismo donde el pan, en el estanco… Decide ahogar su fracaso en una jarra de cerveza helada, pero Paco el tabernero también lo ha traicionado «por vacaciones». Ya de noche, y a la desesperada, le lanza a Eladia una sonrisa pícara. Ella se levanta el camisón y deja al aire unas bragas carnívoras donde, al borde de la lágrima, él lee: «Cerrado por vacaciones».