ME BUSCARON PARA prometerme una vida intensa y fugaz. Me dijeron que yo también viviría deprisa, moriría joven y dejaría un bonito cadáver. Que sería ascua de oro que se apaga, diamante efímero, valioso y a la vez delicuescente. Me engañaron. Mi fuego no arde ya, pero tampoco me dejan morir. Estoy condenada a repetir hasta la náusea el ensayo de una mala función teatral dirigida por ineptos, atrapada entre las cuatro paredes de este escenario de plástico barato, aguardando un estreno que nunca llega. Penosa derrota de la senda gloriosa que recorrería, según dijeron, por ser papeleta electoral.