LA VOZ ACOSTUMBRADA del periodista anuncia una más. La tele recuenta mujeres asesinadas hasta hoy por sus propios criminales. Ella se desborda, suplica una tregua, acalla el televisor, pone música. La Juana de Arco de Leonard Cohen disuelve su crispación. Suspira hondo y cierra los ojos. La cifra empieza a disminuir, una menos, diez menos, hasta llegar a un cero rotundo y perfecto. Ahora las llamas no afectan a la piel de mármol de Juana de Arco. Sólo se achicharran, patas arriba, los cucarachos asesinos. Le aflora inevitable una sonrisa ancestral. Termina la canción, silencio, abre los ojos. 51.