MELCHOR NO ES el concejal de Cultura, como todos creen, sino el espíritu de un viejo y pusilánime mago del Circo Persa devorado en 1842 por un león esquelético cuya gazuza no respetó ni a su compañero de pista. Gaspar, el pelirrojo, es en realidad un escocés indolente que murió ahogado en una barrica de wiski a mediados del siglo XVII. Y Baltasar soy yo, que llegué en cayuco desde Senegal hace tres meses y disfruto de un visado de trabajo tipo B para una única noche de curro a tope. O sea, que al amanecer volveré a ser invisible. Y eso que de los tres yo soy el único de carne y hueso. Por el momento.