TENGO DOCE AÑOS y me gustaría matar a mi madre. O que se muriese de repente. La odio. Después de comer se queda dormida a mi lado y no para de roncar. Y cuando la despierto lo niega, dice que ella no ha roncado nunca. Hasta la he grabado con el móvil, pero insiste en que la que ronca no es ella y que lo que quiero es volverla loca, que soy muy cruel porque no la dejo echarse una cabezadita después de pasarse toda la mañana haciendo las camas, barriendo y fregando la casa, cocinando, lavando y tendiendo la ropa de toda la familia. ¡Y a mí qué me cuenta! ¡Que trabaje fuera de casa, como mi padre, y que pague a una mujer para que limpie y haga la comida! Lo que le dé la gana, pero que no se ponga a roncar en el único descanso que tengo entre que termino de comer y me pongo a hacer las tareas, que es cuando dan en la tele mi serie favorita: «Amor de madre».