VELKAN Y RAZVAN COMBATEN la indigencia en este rincón del mundo tan alejado de su añorada Ucrania, de la que huyeron buscando horizontes más generosos. Pero aquí la fortuna les sigue dando la espalda y el hambre apenas los deja vivir, hasta el punto de que una noche llegaron a pensar en suicidarse juntos. Superada la crisis e ideando maneras de burlar la gazuza, Velkan ha descubierto la boca de las bombonas de butano. ¡Al fin!, suspira, mientras degüella una para arrebatarle la válvula de preciado cobre… y el gas va inundándolo todo. Al otro lado de la pared, el estómago de Razvan ruge y no tiene con qué calmarlo, maldita sea, con lo a gusto que estaba él sin apetito en estos días que ha tenido fiebre, aunque siga sin oler nada aún. A falta de pan, bueno es un poco de humo, se resigna, al tiempo que saca un cigarro a medio fumar y busca en sus bolsillos el mechero.