NOS TRATAN COMO A ANIMALES. No sé si porque somos demasiados y la rutina de su trabajo nos reduce a la categoría de hormigas o porque hasta la empatía mejor intencionada acaba sucumbiendo a la marabunta burocrática. También en estos días entrañables ciertos empresarios judíos perseveran en mercadear con la ilusión de los indigentes y acuden al panal de rica miel de la oficina de empleo en busca de currantes baratos. Intentan alquilarnos por un par de semanas a cambio de cuatro perras. Ofertan contratos basura para trabajos que no necesitan formación, así que estamos aquí como sardinas en lata. Hoy piden figurantes de segunda línea para un pesebre en Belén. Los puestos delanteros se los han dado ya a una joven pareja de esenios que acaban de tener un niño, y aun así les pagan una miseria. Conque a ti y a mí, una mula y un viejo buey… Lo dicho, nos tratan como a animales.