¿Te puedes creer, Gerardo, que ahora hay quien se levanta unas mañanas hombre, otras mujer y otras que le fluye el género que es un no parar? O son cis, trans, inter, pan, sin, bi, queer… (lo estoy leyendo, no te creas, ya no me da la memoria para virguerías). Mis respetos, faltaría más, cada uno pisa el suelo como quiere y le da la gana. Pero ¿de dónde ha salido tanta gente de pronto?, ¿dónde estaban cuando tú y yo nos hacíamos guiños a escondidas en los billares y los machotes heteros creían perdonarnos la vida llamándonos mariquitas, en vez de maricones? Homosexual no, que homosexual suena a medicamento, se burlaban. Y tú y yo, toda la vida sintiéndonos del mismo género, del género amantes, participio activo del verbo que nos conjugamos cada día procurando no perder comba. ¡Cómo ha cambiado el cuento, Gerardo! ¡Nos hemos quedado más anticuados que un chiste de mariquitas!