Ahora resulta que los funcionarios somos como los médicos, que no acabamos nunca de ponernos al día en el oficio. Conque aquí me tienes, casi jubilado, a punto de examinarme y más nervioso que un bachiller. Mientras espero a que me llamen, no dejo de repasar el temario: «Si el sujeto se adentrare poco a poco, entre prudente y cohibido, hasta detenerse en su marcha con las piernas algo entreabiertas y el funcionario observare asomar a su rostro una expresión de placidez o alivio, este se acercará al ciudadano con discreción e introducirá disimuladamente en el agua circundante la tira reactiva reglamentaria al objeto de determinar si se ha producido un cambio súbito del pH, lo cual constituiría indicio bastante de que el sujeto ha miccionado en el mar y, en consecuencia, se procederá a amonestarle y proponerle para sanción». Tenía que haberme jubilado hace un par de años.