SE CORTAN EN REBANADAS los delincuentes sexuales excarcelados y se les empapa en la mala leche que les ponen unos y otros a las razones del contrario, se rebozan en los santos huevos de los antaño cortesanos que ahora exigen un pastón por olvidarse de las miserias que han vivido y visto hacer a quienes se tenía por ejemplares (¡menudos ejemplares!), se fríen en el aceite de las ganancias hirvientes de las patronales que descomen sobre los apuros económicos de sus propios trabajadores, se les pone un chorrito de hidromiel de promesas electorales de improbable cumplimiento y se les espolvorea con azúcar tamizado por la crueldad putinesca. Para evitar que se nos atraganten, pueden mojarse en los batidos de ricino que ofertan los bancos, tan conscientes de su mala fama, que uno de ellos tiene la jeta de anunciarse como «el banco-no-banco». Y a seguir durmiendo esta eterna torrija.