LA PONENE ACERCA LA BOCA al micro y sentencia: «El feminismo es la lucha más importante del ser humano desde hace siglo y medio». El auditorio, acostumbrado a frases tan llenas de razón como huecas, aplaude automático. Algunas mujeres van relatando de qué manera ha cambiado su vida en estos años. A nadie le sorprenden sus historias. Hasta que una anciana empieza a contar emocionada que de niña le ataban la mano izquierda a la espalda para obligarla a escribir con la derecha. Atropellados por una inercia guerrillera, victimista, sentimental, la asamblea se lanza a solidarizarse con el trauma infantil de la mujer sin caer en la cuenta de que su historia de malos tratos y discriminación nada tiene que ver con ultrajes machistas. Los machirulos, que agazapados entre las sillas husmean cada palabra con su lupa empañada, sonríen malévolos mientras se afilan las uñas: «¡Lloronas!».