MI MELLIZO, UN ENFERMO de nostalgia, escribe en su blog que los domingos de Ramos le traen a la memoria los aromas aún tenues del azahar, el canto acompasado del autillo, las palmas blanquecinas abanicando la brisa, la ilusión de estrenar unos calcetines de punto, el brillo autoritario del charol, el pomposo tronar de los tambores, el jolgorio de los críos espolvoreando su alegría alrededor de la Borriquita… Mariconadas. A mí, que soy de tibia dura, las únicas merengadas que me llegan al corazón son las que brotan del corazón del merenguismo, las del equipo que arrulla mi sueño cada vez que gana. Y, bueno, puestos a dejarse echar la zancadilla por la nostalgia, también a mí me vienen al recuerdo aquellos partidos de hace diez, doce años, cuando el capitán del Madrid, antes de marcharse al PSG, marcaba goles un domingo sí y otro también. ¡Aquellos sí que eran domingos de Ramos!